(Es recomendable que leáis el capítulo 42 por si no recordáis algunos detalles.)
El sueño venció Harry en las siguientes horas, decidió que mi pecho era su nueva y cómoda almohada, y que mis uñas acariciando tranquilamente su espalda podría ser mejor que miles de masajes. Habíamos gastado hasta nuestra última gota de energía para hacer que nuestros cuerpos pudiesen resistir a tal arrebato de placer que ambos nos habíamos otorgado. La verdad es que no sé cómo no me he quedado fuera de combate, como él, mas por mucho que intento cerrar los ojos, acomodarme bajo su cuerpo, pesado, y ahora acalorado, no puedo.
Me he entregado a Harry en cuerpo y alma, jamás había dejado a nadie hacer esto, atravesar los muros de mi cabeza y de mis sentimientos, aunque con él ha sido sencillamente fácil. No intentaré dar una explicación a esto, buscar una explicación para todo lo que siento ahora mismo es muy difícil, claramente imposible a menos que alguien se adentre debajo de mi piel, como Harry ha hecho.
Poco a poco me doy cuenta que hay preguntas que jamás tendrán respuestas o habrá otras de las cuales yo no querré saber. Pero si intento encontrarle una respuesta a todo esto, es decir, ¿por qué él y no otro? Sé que su atractivo ha influido mucho, ¿quién puede resistirse a esa pequeña melena oscura y algo ondulada, echada hacia atrás dejando a la vista unos impresionantes ojos verdes? Y no quiero hablar de su cuerpo pues estoy segura de que o tendré que aguantarme las ganas de hacerle mío nuevamente o despertaré a mi cansado hombre para un segundo asalto.
Mi mano cansada de hacerle caricias cae hacia la cama, e incluso dormido extraña ese tacto que ha perdido. Lo sé por la arruga formada en su entrecejo. Sonrío y beso su cabeza. Dormido solo parece un chico sin problemas, alguien que no tiene que ocultarme al mundo, como si fuese frágil, como si fuese un pequeño tesoro que ha encontrado y teme que se lo arrebaten de sus manos. Así me hace sentir muchas veces, lo hace por mi, pero yo también quiero hacer algo por él. Quiero ayudarle. Ya no por mi innata curiosidad, ahora es porque Harry me importa más que yo misma.
Observo como su boca algo entreabierta deja pasar pequeños ronquidos casi inaudibles, estos no tienen nada que ver con los horribles sonidos que suelta Parker. Parker... Suspiro y pestañeo un par de veces para quitarme de la mente la aterradora imagen de él tirado en el suelo y cubierto de moratones. Quien le haya hecho eso a mi amigo tendrá relación con Harry, estoy segura y la sola idea de que le puedan hacer daño a él me pone los pelos de punta.
Hay otra idea... Otra sospecha que coexiste en mi mente con la primera, pero es una locura o quizás no quiera admitirlo porque mis sentimientos puedan conmigo.
-Tú nunca me defraudarías, ¿verdad? -Susurro.
Reacciona a mi voz en su trance de sueño haciendo que su espalda se ensanche y vuelva a su estado normal en un suspiro y me acerca aún más a él, si es posible.
Al final el sueño me vence y me sumo a la comodidad y tranquilidad de tenerle a mi lado, sabiendo que no le está pasando nada malo, sabiendo que, por hoy, él está bien.
Los radiantes rayos de sol se hacen paso a través del ventanal de su habitación ahora iluminada. No sé cuántas horas he dormido, creo que pocas, pues él aún sigue de la misma forma que cuando cerré los ojos por última vez, aunque estoy realmente renovada. Alargo la mano hacia la mesita de noche y cojo su móvil para ver la hora y hacerme una idea de que es lo que voy a comer, si un desayuno o un almuerzo. Afortunadamente no son más de las doce menos cuarto, eso quiere decir que tenemos el tiempo suficiente para arreglarnos e ir al hospital. No hemos estado atentos al teléfono como le prometimos a Megan por si ocurría algo malo, sinceramente ni me acuerdo de donde puse el mío, aunque comprobar que Harry no tiene ninguna llamada perdida es tranquilizador.
Noto como el hombre que usa mi cuerpo como almohada empieza a estirar las piernas y a soltar bostezos interrumpidos mientras se separa de mi y se estira por completo revolviéndose en las sábanas, quitándomelas de encima sin apenas darme cuenta, aunque agarro un trozo de manta cuando recuerdo que estoy desnuda. Me río y dejo su móvil en la mesita. Él sigue enrollándose con dificultad en las sábanas ya que hago un intento flojo, por culpa de mi risa, de retener algo que me cubra.
-¡Quieres darme la manta! -Exijo en un tono poco persuasivo gracias a mi risa.
Se hace el dormido, aunque oigo como de su garganta sale una risa tonta. Él me ignora y da un fuerte tirón que finalmente deja mi cuerpo al descubierto. Será gilipollas, pienso divertida mientras me abrazo las rodillas rápidamente.
-Las sábanas solo son útiles cuando hace frío -gira su cuerpo hacia el mío y me observa de arriba abajo desvergonzadamente -. Y aun así, en tu cuerpo, no son más que un simple estorbo.
Mis mejillas se tornan rosadas e intento guardarme esa sonrisa que está luchando por salir, no quiero hacerle saber que me gana con cada palabra que suelta por esa deseable boca.
-Hazme una foto, te duraría más. -Insinúo dándole la espalda mientras me arrastro por la cama. Voy a buscar la camiseta que me dejó. Harry sonríe maliciosamente. No quiero saber lo que le ronda por la cabeza, ¿una sesión de fotos desnudas? Ni loca, ¿o es que ya las tiene? Es posible. Bien, otra pregunta más para el montón. Un quejido sale sin querer de mi garganta al levantarme, ha sido como una pequeña punzada en mi parte más íntima que se ha ido al instante.
-¿Estas bien? -Pregunta alarmado.
Sonrío y dejo escapar el aire por la nariz. Mis amigas habían comentado lo mucho que dolía quitarse la virginidad y lo que dolía después al andar, pensaba que solo eran exageraciones, que no podía ser así si el punto máximo de placer se obtiene después de un dolor tan inmenso, la verdad es que no es como ellas lo describían, es aún peor, y me temo que mi cuerpo a va estar recordándome que ya no volveré a ser una santa durante lo que quiera permanecer esta incómoda sensación. Intentaré tomarme las cosas un poco más en serio en cuanto a avisos de estos
-Si.
Nunca se lo admitiré, o por ahora no, pero creo que nunca me he sentido así de bien porque nunca he conocido a nadie que me haga sentir lo que él me provoca.
Me levanto de la cama y ando normal sin notar apenas los incómodos pinchazos. Cojo su sudadera gris y me la pongo introduciendo primero la cabeza y luego los dos brazos uno a uno, camino hacia un espejo apoyado en la pared, esperando encontrarme con una imagen cansada y distinta de mí, así es, mi pelo es un bonito desastre que más tarde arreglaré y las mejillas sonrojadas delatan lo feliz que me siento, parezco una niña de diez años el día de navidad aunque no lo quiera reconocer. Froto con cuidado mis ojos manchados de rímel corrido, sinceramente anoche lo que menos me preocupaba era desmaquillarme y parecer una persona decente. Siento como se sitúa detrás de mi e introduce sus manos por el hueco que hay entre mis codos y el vientre para entrelazar sus dedos y aferrarme a él en un abrazo. Abro los ojos para descubrir a un adonis fibroso vestido con un pantalón gris largo de un pijama. ¿Se podría quedar así de por vida, por favor? Cuela su cabeza en el hueco derecho de mi cuello, haciéndose paso entre besos y besos que recorren desde la base del cuello hasta la parte de atrás de mi oído. Mi boca se abre buscando el cúmulo de aire que Harry acaba de arrebatar a mis pulmones y dejo escapar un gemido que reclama su atención levantando la vista para encajarla con la mía en el reflejo, sin dejar de acariciar mi cuello con sus labios. Observamos una imagen deseosa de dos jóvenes que apenas saben algo del otro, o por lo menos mi caso, observamos como la necesidad de sentir el roce de nuestros cuerpos rebosa por cada uno de nuestros poros, la necesidad del cariño, del deseo, del amor y sobre todo del miedo. Miedo a no saber lo que nos depara y aunque algunos lo vean como una aventura yo lo asimilo de una forma distinta, lo asimilo como una putada, pues si alguna vez rompe mi corazón no seré lo suficientemente fuerte como para olvidarle, para olvidar lo que Harry me provoca. Le necesito a él, a él y a su insoportable manera de ser.
Suspira, haciéndome sentir el cálido roce de su aliento.
-Deberías ir al hospital para ver a Parker.
Le observo por el cristal durante unos segundos. ¿Debería ir? ¿Eso implica que él no viene?
-¿Y qué pasa contigo?
-Que si nos vuelven a ver juntos, lo que le ha pasado a Parker, no es nada comparado con lo que me podrían hacer a mí. -Contesta bastante apático - O a ti.
Contengo la respiración y aprieto los dientes. El nudo que se ha formado en mi garganta es casi doloroso, y aunque quiera hablar, preguntar por más, estoy aprendiendo las formas para contenerme.
Me deshago indiferente de su abrazo y suspiro mientras salgo de la habitación. Me cuesta la vida no volverme para decirle que un amigo no hace esto, pero seguramente me respondería algo semejante a ''no entiendes nada'' y como he dicho antes, intento contenerme. Me dirijo hacia donde dejó mi camisa y mi pantalón; como siempre mi cabeza se había hecho ilusiones de que podíamos haber avanzado un poco, que quizás se había ablandado con lo de esta noche, pero eso sería un mundo paralelo donde su enigma no se interpusiera entre los dos. Cojo los pantalones doblados del respaldo de la silla y los sacudo para meter un pie, luego el otro y abrocharme el botón, lo mismo hago con la camisa, me la pongo después de sacarme la sudadera impregnada de su adicto olor. Sé que no me quita ojo de encima y no puedo ignorar el hecho de que me está poniendo demasiado nerviosa. Cuando termino, salimos de la habitación aún sumergidos en un silencio. Cuando llegamos a la entrada alzo la mano para coger mi bolso del perchero, pero Harry se adelanta y lo agarra antes para detenerme.
-Prefiero mil veces que nos enfademos a que me ignores. -Dice Harry.
Me sorprende la capacidad de deducción que tiene, me podría prestar un poco.
-No te ignoro. -Miento sin poder mirarle a la cara.
-No me mientas, Samantha. -Susurra inclinándose a mí.
Vuelvo mis ojos hacia él y trago en seco.
-No estoy enfadada contigo, tan solo es que a él le gustaría tenerte ahí.
-¿Crees que a mí...
Interrumpo su frase negando con la cabeza.
-No creo nada -respondo tranquila. -Yo solo... solo... Ten mucho cuidado, Harry.
Nos miramos durante un par de segundos, intento recopilar la fuerza y valentía suficiente como para ser yo la que le arrebate un mero beso de despedida, aunque suene estúpido después de haber hecho el amor y de miles de besos anteriores. Me devuelve el beso sin tocarme, aunque sus labios han sabido responder a los míos con el mismo cariño, o quizás más.
Salgo de su casa intentado pasar desapercibida entre unas enorme gafas de sol oscuras y cabizbaja, si tuviera mi coche sería más fácil salir de aquí rápidamente, sin ser vista. Voy hacia la parada de autobús más cercana y me siento a esperar el próximo bus, aún faltan unos cuantos minutos, así que saco el móvil para distraerme, pero ni si quiera lo desbloqueo. Al otro lado de la carretera un coche cobra vida haciendo que el motor ruja con tranquilidad para lentamente ponerse en marcha y perderse entre la distancia. Lo observo petrificada a través de las oscuras gafas de sol antes de que un vehículo grande tapase mi visión y me transportase de vuelta a la vida real. Guardo el móvil en el bolso y me monto en el autobús.
A medio día llego al hospital y casi se puede decir que corro hasta la habitación de Parker. Abro la puerta y lo encuentro como lo dejamos ayer, entubado y drogado por todas las mierdas que le están metiendo. No veo a Megan por la habitación cuando cierro la puerta, supongo que habrá salido hace poco y volverá en un par de minutos, no creo que dejase solo a Parker mucho tiempo. Dejo mi bolso en el perchero y bajo la cremallera de mi chaqueta para quitármela y ponerla encima. Me dirijo hacia las ventanas y las cierro un poco, empieza a hacer mucho calor dentro de la habitación. Justo en el momento que mis manos empujan las ventanas hacia abajo mi vista cae en un coche negro aparcado hábilmente detrás de un contenedor, inapreciable a la vista de otras personas, otras personas que no tengan el miedo como sombra.
-¡Eh! -Chilla Megan.
Cierro las ventanas de golpe y me doy la vuelta alarmada por la situación. Solo puedo advertir su risa entre otros pitidos de esas máquinas que mantienen a Parker amarrado.
-Joder, que susto.
-Tampoco soy tan fea. -Actúa como si le hubiera dolido.
Me rio y giro mi cabeza hacia el cristal para observar como el coche sigue estando ahí.
-¿Qué miras?
-¿Qué? -Corro las cortinas y me alejo con total normalidad de la ventana. -Nada, solo miraba. Por cierto ¿dónde te habías metido?
-He ido a la máquina del pasillo a comprar unos sándwiches, a la vista de que no ibas a venir a mi rescate con un buen bistec.
Acepto el sándwich que me ofrece con una sonrisa mientras me rio. Se dirige hacia el sillón acomodado a su gusto por haber dormido ahí toda la noche. Hoy me toca a mí. Eso me hace pensar en su familia, Parker nunca ha sido un chico de mamá o el hijo perfecto de papá, hasta se me hace dificultoso el recuerdo de las caras de sus padres, hace mucho que no les veo o que no sé nada de ellos, él no suele comentar acerca de nada que tenga relación son su familia y tampoco suelo preguntarle pues no suele decir mucho, no es que parezca que no quiere hablar, más bien intenta pasar del tema, como si no supiera nada ni le importase.
-En serio, últimamente estas muy ida, eh. -Comenta mi mejor amiga con la boca a rebosar del sándwich más asqueroso que he visto en toda mi vida. ¿De qué se lo ha comprado?
-¿A qué te refieres? - Miro hacia mis manos cuales contienen el triángulo de plástico, lo abro y huele rico, menos mal.
-Que estas como... -mira hacia un punto perdido en la habitación durante un par de segundos para luego posar sus ojos en los míos.- Así.
No puedo evitar soltar unas carcajadas mientras reposo mi cuerpo contra la cama, con cuidado de no sentarme encima del pie de Parker.
-Sí, la verdad es que tengo muchas cosas en la cabeza.
-¿Muchas? -Traga. -Que yo sepa solo tienes a Harry, ¿hay algo que no me hayas contado?
Sé que Megan está conmigo y quizás ella pueda saber algo, pero no estoy completamente segura sobre el hecho de contarle acerca de la persecución del otro día, o de mi nueva y pequeña obsesión con ver coches negros por doquier.
-Sam... -Megan chasquea los dedos delante de mis ojos para me devuelve a una pequeña habitación aleatoria del hospital. Miro a Parker antes de girar la vista hacia mi mejor amiga, no puedo evitar dejar caer un suspiro.- Si, obviamente también tienes, bueno, tenemos a Parker en mente, pero esto venía de antes.
-No sé cómo hemos llegado a esto, ni si quiera sabía que Parker andaba metido en esta mierda, ¿cómo no me enteré antes siendo tan amigos?
-¿A qué te refieres?
-Sabes muy bien a lo que me refiero Megan... -meto el sándwich medio mordisqueado dentro del recipiente, mis ganas de comer han desaparecido, y lo llevo a la mesa que hay al lado de la cama, está llena de paquetes de gasas usados, hay alguna que otra jeringuilla para agua al lado de estas, supongo que Meg habrá estado humedeciéndole la boca de vez en cuando. Los pelos se me ponen de punta, él estaba perfectamente hace unos días, ¿cómo es posible que ahora estemos aquí? ¿Cómo es posible que él esté así? No puedo entender la brutalidad de los tíos que arremetieron contra él.- No sé en qué mierda andará metido pero debe ser fuerte y llevará tiempo, mucho, no creo que le peguen una paliza porque sí.
-¿Harry sabe algo? -Curiosea Megan.
-Harry sabe todo. -Me doy media vuelta y la miro cruzándome de brazos. -Pero como siempre no ha soltado ni mu. ¿Tú sabías algo?
Ella suspira mientras se acomoda en el sofá más incómodo que he visto en mi vida.
-Sabía que tenía trapicheos, no porque él me lo contara, sino porque de vez en cuando lo veía en las fiestas pasando disimuladamente algo que le cabía en la palma de la mano.
-¿Vendía droga?
-No, caramelitos de azúcar.
-¡Megan! -La regaño.- Pero... Si lo habías visto, ¿por qué no le dijiste nada?- mi tono empieza a ser más elevado.
-Tampoco tenía pruebas de que fuese eso -alza la voz.- No podía ir y decirle ''¿estas vendiendo droga?'' ya sabes cómo es él, me diría que no, que estoy loca.
-¿¡Y por qué nunca me lo dijiste!?
No nos habíamos percatado con la pequeña discusión que habíamos iniciado, pero la máquina de pulsaciones emitía más sonidos en un periodo más corto de tiempo.
-¡Te he dicho que no sabía realmente si era eso! -Se echa un poco para adelante en modo desafiante.
Escuchamos un quejido que nos alerta a ambas, dejamos la conversación en aire y volvemos rápidamente la vista hacia Parker. Por primera vez abría los ojos con muchísima dificultad, como si los párpados le pesasen una tonelada, de su boca tan solo salen quejidos rotos y sus manos tiemblan cuando hace el esfuerzo en vano por intentar acomodarse mejor. Megan sale disparada a llamar a la enfermera mientras yo me quedo con él, completamente acongojada por la imagen que tenía ante mí.
-Parker... -Gimoteo su nombre.
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