One Direction Novelas



Blog dedicado a publicar novelas (fan fictions) de One Direction. Soy @backforbritish y soy la autora y propietaria de todas las novelas que se publican en este blog.

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Espero que os guste:

domingo, 29 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 8

« Él no es tu tipo »
« ¿Por qué crees que yo iba a decirte algo sobre él? Su vida no te incumbe »
« Samantha, aléjate de mi...»
« Esto, por tu bien, jamás ha pasado »
« Así que esta es la famosa Samantha James »
« No eres la primera chica a la que Harry termina haciendo daño, mucho daño »
« No eres nueva en mi vida, Samantha »
« Él es mi adicción, una perfecta droga »

Todo vuelve en flashes, mi mente está formada por un constante bombardeo de recuerdos y todos esos recuerdos están unidos a Harry. Me encantaría saber el momento exacto en el que decidí dejar de vivir por mi a vivir por él y de una manera tan sumamente rápida.
 Le tengo justo delante, está sentado en el borde de la cama con el torso desnudo agachado, escondiendo su cara detrás de sus grandes manos bajo la gran oscuridad en la que se sumía su dormitorio casi libre de paredes. Soy incapaz de dar un paso hacia delante, soy incapaz de quitar sus manos de su hermoso rasgo, soy incapaz de besar su mejilla y de susurrarle que todo está bien, tan solo me quedo de pie, observándole, hasta que él diga algo, creo que mi cabeza va comprendiendo su manera de ser: Si no es él quien empieza la conversación no le intentes sacar información. Yo no estaba dispuesta a a presionarle. El fuerte suspiro de Harry rompió el silencio que se había formado entre nosotros dos, en aquellos momentos tan solo se oía el relajante sonido de las gotas de agua chocar contra el cristal. Lentamente dejó caer sus manos hacia sus rodillas y entrecruzó los dedos apretándolos con fuerza, con rabia, como si quisiera dejar toda la angustia que sentía. Alzó la cabeza hacia la mía, maldije en silencio cuando incluso en la oscuridad de la noche sus ojos verdes me provocaban un intenso escalofrío.

- ¿En qué piensas, Samantha? - Harry dejó caer con voz cansada su comentario.

Parpadeé unas cuantas de veces perdida en su pregunta ya que no tenía ni idea de que él quería saber de mi en este momento, ni yo quiero saber de mi, quiero saber de él. Me encogí de hombros a la vez que negaba con mi cabeza levemente, sus ojos cayeron por mi cuerpo al ver que me negaba a hablar, pero yo no lo hice a posta, tan solo fue algo que no me salió, quise decírselo cuando vi como su rostro se apagaba aun más, descubría poco a poco que verle decaído era algo que me hacía mal.

- P-pienso en ti - Dije con un hilito de voz.

Su mirada volvió a recaer en mis ojos rápidamente haciendo que mi pequeño nudo en el pecho se hiciese más grande, su mirada es hermosa. Descruzó sus dedos para alzar una mano entre nosotros, quería que me acercase a él y yo soy su peón. Mis pies lentamente se acercaban al chico misterioso, cogí su mano y el la retuvo con fuerza en la suya mientras hacía que me acercase aun más a él, hasta el punto de tener su frente apoyada en mi vientre. Subí mi mano suelta hacia su cuello y lo acaricié subiendo mis dedos por sus rizos, sentía como aumentaba la presión de su agarre en mi mano cada vez que dejaba de tocarle. Ojalá se pudieran controlar los latidos del corazón, no quiero que sienta como de fuerte me late cuando estoy con él. Observé como Harry presionaba sus labios justo debajo de mi ombligo a través de la tela blanca de su camisa que había cogido de su armario, un intenso calambre ascendió desde el punto en el que posó sus labios hasta mi pecho.

- ¿No tienes sueño? - Preguntó mientras seguía besándome en el mismo sitio.

Mecía su cabeza en mis manos para indicarme que siguiera acariciándole, cosa que hice sin dudar.

- No, Harry - Respondí.
- ¿Y si te ayudo a dormir? - Alzó hacia mi sus verdes ojos lentamente.

Negué con la cabeza mientras hacía un intento por separarme de él apoyando mis manos en sus hombros. Di dos pasos hacia atrás, observando como Harry no separaba sus ojos serios de mi, incitando a mi nerviosismo para que estallase. Bajé mis manos hacia el bajo de la camisa blanca que caía en mis muslos, la agarré y lentamente la subí por mi piel: por mis muslos, por mi vientre, por mis pechos y por último la saqué haciendo caer mi melena castaña larga por mi hombro derecho. Me sentí victoriosa cuando vi como Harry me observaba como un hermoso y extraño diamante, su pecho subía y bajaba un número más repetido de veces en menos tiempo, movido por excitación. Tiré la camisa a la silla acertando en mi tiro y caminé hacia Harry para subirme en su regazo de frente a él y empujar su torso contra el colchón, reteniendolo en esa postura con mis manos apoyadas en su fuerte pecho y mis dos rodillas a cada lado de sus caderas. Vislumbré una especie de sonrisa pícara en sus labios, pero yo seguía demasiado metida en mis propios pensamientos hacia él como para seguirlo en este juego que yo misma había empezado sin querer.

- ¿Como piensas que puedo dormir con lo que acaba de pasar? Harry, acaba de venir un matón a tu casa y estás tan tranquilo, de verdad, no lo comprendo - Mi ceño fruncido por el dolor que emergían mis palabras hacía que Harry lentamente borrase ese ápice de sonrisa en su cara para volver a mirarme con seriedad.
- ¿Un matón? No sabes de lo que hablas, Samantha.

Solté una exclamación de enfado mientras daba un golpe con mi puño cerrado al pecho de Harry.

- ¡Claro que no sé de lo que hablo! ¿¡Acaso me has dado alguna explicación!? - Grité de impotencia.
- No me grites - Su grave voz salió muy tranquila de sus labios, quizás para asustarme.
- No me das miedo - Susurré al instante.

Y es verdad, él no me daba miedo, jamás me lo dará, no soy una chica que se asuste fácilmente.

- Quítate - Me ordenó.

Volví a negar con mi cabeza. Ya volvía a huir de mis preguntas. ¿Por qué?

- Samantha, no me obligues a quitarte - Amenazó.
- ¿Tengo que repetirte que no te tengo miedo?
- Deberías.

Cogió mis muñecas y las agarró con una sola mano mientras que con la otra me agarró por la cadera y me empujó a la cama rápidamente, sentándose encima de mi. Di un grito ahogado cuando sentí rebotar mi espalda con la dureza del colchón, haciendo que mi sujetador se desabrochase por el fuerte forcejeo.

- ¡Eres un jodido bruto, Harry! - Solté de mala gana.

Harry retiró mis muñecas de mi pecho y las colocó justo arriba de mi cabeza, sujetadas entre el colchón y las suyas, él no sabía que mi sujetador se había desabrochado, ni siquiera yo me había dado cuenta hasta que me posicionó de esta manera, haciendo que las copas de este se subieran por encima de mis pechos... No me inmuté, él no se inmutó, fue un momento extraño. Sentía algo de vergüenza ya que era la primera vez que enseñaba mis pechos a un chico, pero el hecho de que Harry los observara no era lo que me daba vergüenza, es mas, me sentía excitada al ver como sus ojos serios bagaban por mis pechos, admirándolos en silencio. Dios ¿Qué me está pasando con este hombre? Un rubor casi ocultado por la oscuridad se apoderó de mis mejillas.

- ¿Puedo ponérmelo bien? - Pregunté refiriéndome a mi sujetador.

Harry no contestó, tan solo soltó mis muñecas, pero yo no las quité de esa posición y me limité a relajaras. Vi como inspiraba mientras parpadeaba agrandando los ojos, volviendo a la realidad. Se quitó de mi cintura para dejarme completamente libre, ocasión que aproveché para sentarme e intentar abrochármelo, pero quizás si él me ayudase...

- ¿Puedes ayudarme? - Dije a Harry.

Él estaba apunto de meterse en la cama cuando le llamé y como un caballero se acercó hacia mi para ayudarme a abrochar mi sujetador. Me di la vuelta mientras cogía mi pelo y lo basaba a un hombro, despejando mi espalda para que le resultase más fácil. Noté sus dedos cogiendo los extremos caídos en mi espalda y estirándolos para llegar hacia el broche... pero lo que no sentí fue cuando lo encajó, ya que no lo hizo.

- Esta noche... no te lo pongas - Susurró en mi oído, haciendo cosquillas con sus palabras haciendo que mis nudos internos se estremecieran de placer.

Dejó los extremos sueltos y cogió los tirantes para quitarlos de mis hombros lentamente, tirando de todo el material hacia abajo, dejándome desnuda por la parte de arriba, como él quería, como la marioneta que soy. Vuelvo a sentir como mi corazón se acelera al notar como posa sus manos en mis caderas y junta sus labios en mi cuello, mordiéndolo y besándolo. Inclino mi cabeza hacia atrás dejándola caer sobre el hombro derecho de Harry, mi espalda se une con su fuerte y cálido torso mientras mis manos buscan a ciegas las de él posadas en mi cintura. Enlazo sus dedos con los míos  y ocupo su posición, ahora quiero manejar esto yo, así que cojo su mano izquierda y la levanto hacia mi pecho desnudo mientras con mi otra mano bajo la suya por encima de mi ingle y paro en el momento que toco la tela delicada de mis braguitas con mis yemas. Los besos en mi cuello se hacían cada vez mas fuertes, al igual que su pecho subiendo y bajando en mi espalda, le quería excitar tanto..., como venganza. Quité mis dedos de los suyos y alcé mis manos hacia su cuello para girar mi cabeza y besarle intensamente consumida en nervios de excitación. Abrí mis labios soltando un gemido cuando me tocó apretando mi pecho derecho y con su otra mano rasgó con fuerza con su dedo índice la parte húmeda de mis braguitas, me había cogido totalmente con las defensas bajas, dejándome indefensa y perdida.

- No juegues conmigo, Samantha, yo muerdo.

Su amenaza resonaba dentro de mi cabeza dejándome aun más perdida. Bajé mis manos de su cuello y me di la vuelta para mirarle a los ojos, rezaba para que no tuviese esa mirada seria. Pero la tenía.

- Creo que eres tú el que me tiene por una marioneta - Digo y no se cómo, ya que aún sigo sumida en la excitación que me acaba de dar. Le demostré que yo también muerdo.

***

Dormimos toda la noche y soñé con ojos verdes, entrecejos fruncidos y tatuajes en forma de mariposas.
Abrí mis ojos pesadamente, la luz blanca de esta mañana es cegadora. Las nubes habían desaparecido, dejando al sol en primer plano, sonreía al pensar que podría ir al lago para desconectar un poco. De repente noté como un fuerte brazo se abalanzó sobre mi torso y me inmovilizó en el momento que yo me había destapado para salir de las sábanas blancas de aquella cama. 

- Harry - Me reí intentado desenvolverme de aquel fuerte brazo.
- ¿Por qué estas desnuda? 

Esa voz no era para nada la de Harry, corriendo cogí parte de la sábana y tapé mi torso mientras me giraba para descubrir a Parker tirado en la cama.

- ¿¡Parker!? - Pregunté confusa.
- Hola Sami - Hizo un saludo militar.
- ¿¡Q-que coño... Y- y- Harry!? 

Él soltó una gran risotada ante mi, pero ¿Qué le resultaba tan gracioso? Yo estaba a punto de estallar. 

- Tranquila Sam, Harry ha tenido que salir... digamos que tiene que controlar su furia alguna veces, porque eso siempre trae malas consecuencias. 
- ¿Qué mierda me estás contando? ¿Dónde está Harry? - Dije haciendo hincapié en mis últimas tres palabras.

Parker se encogió de hombros y rodó por la cama para salir de ella.

- ¿Vienes? - Dijo saliendo del cuarto.
- ¿Dónde?
- ¿No querías descubrir algo de Harry? - Dijo a sabiendas de que eso no era lo que íbamos a hacer, pero yo me lo creí cual tonta. Descubrir algo en relación a Harry es mi anzuelo. 


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domingo, 22 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 7

Mis dedos bajaron lentamente mi cremallera mientras mordía mi labio llena de excitación ¿Me estará mirando? ¿Estará dormido? Quiero mirarle ahora, quiero que me mire así, casi desnuda, quiero saber si le excito de la manera en la que él me excita a mi. Alojo mis manos en el cinturón del pantalón e introduzco mis dedos para hacerlos deslizar bajo mis muslos, finalmente haciendo caer mi pantalón contra el suelo y sacándolo de mis tobillos alzando un pie seguido del otro. Me agacho a coger mi pantalón y lo pongo junto con mi camiseta en el respaldo de una silla alojada en una esquina del cuarto de Harry. Me di la vuelta para regresar a la cama, su ceño fruncido se había apoderado nuevamente de él mientras me miraba apoyando su peso en los codos. Aguanté mi respiración durante un par de segundos involuntariamente, que él me mirase así desencadenaba mis nervios.

- Ven aquí - Destapó la parte en la cual yo me tendría que acostar.

Mi corazón no pudo retener el impulso de mandar un intenso calambre a lo largo de todo mi cuerpo, aumentando mi respiración, provocando un temblor en mis manos solo percatable por mi. Anduve hacia la cama, Harry echó un poco más abajo la manta mientras yo me acomodaba en mi sitio y me tumbaba boca arriba introduciendo mis pies por debajo de ella. Busqué a ciegas la tela blanca para taparme, pero Harry capturó mi mano y la llevó hacia mi vientre entrecruzando sus dedos con los míos. Mi corazón bombardeaba como nunca antes lo había hecho, Harry era el único que me hacía sentir esta sensación de querer hacer la mayor locura del mundo con tal de retenerlo a mi lado, ¿estaré loca? Quizás, él es el culpable. Giré mi cabeza hacia la de Harry observando en silencio sus perfectos rasgos consumidos por la oscuridad de la noche, un ser angelical lleno de misterio tras aquellos rasgos serios y quizás sean sus secretos, cuales quiero desvelar, lo que me impide irme.

- Acércate más, Harry - Susurré.

Obedeció mi suplica y se arrastró por las sábanas hacia mi. Noté su fuerte torso pegado a mi hombro derecho a la vez que yo entrecruzaba descaradamente nuestros pies, mmm... sentirle así de cerca era tan placentero y excitante.

- Siento que quieres saber muchas cosas - Habló en susurros.

Mi vista no se apartaba de la suya ni por segundos, así que él pudo apreciar como levantaba mis cejas en forma de sorpresa cuando me dijo aquella frase. Había empezado en mi dirección, sin yo tener que decirle nada, esto es nuevo para mi. Apreté mis dedos con los suyos y los llevé hacia mi cadera izquierda para que pusiera su mano en ella.

- Es así - Respondí.
- ¿Por qué, Samantha? - Preguntó.

Me incorporé girando mi cuerpo hacia él, ahora estábamos cara a cara.

- Quiero saber... - Me encogí de hombros.
- ¿Que te parece si lo dejas estar? - Amenazó él.

Levanté mi vista hacia sus deseables labios, los tenía entre abiertos, casi parecían deseosos por un beso, pero decidí no alejarme de la conversación, esto había empezado por él así que voy a comprobar hasta donde llega su límite.

- No puedo hacer eso, no quiero - Contraataqué.

Sentí su aliento rozar mi cara cuando suspiró.

- Juegas con fuego, terminarás quemándote - Susurró.
- ¿Por qué? ¿Tan peligroso es querer saber cosas sobre ti?

De nuevo volvió a dejar que la conversación se llenara de silencios que yo aprovechaba para detenerme en sus ojos y admirarle de nuevo. Él no se daba cuenta de que cuanto más misterioso se ponía más ganas tenía yo saber todo.

- Se cosas sobre ti, Samantha, tú no eres nueva en mi vida.

¿Cómo? La confesión repentina de Harry había sido como un disparo en mi cabeza, me había dejado tan atónita que no me quedaban cosas para pensar, ¿él ya me conocía de antes? ¿Cómo se supone que tengo que reaccionar ante esto? ¿Qué sabe de mi? Mi pecho subía y bajaba tan rápido, mi ceño fruncido a penas representaba a la perfección como de confundida me sentía en estos momentos, ¿pero que coño pasa aquí?

- S-supongo que si tu sabes cosas sobre mí...Yo también tengo derecho a saber de las tuyas.

Harry cerró los ojos en un suspiro y los abrió mientras ponía sus dedos debajo de mi barbilla para alzarla.

- ¿Qué quieres saber? - Habló.

Seamos francos, estoy en tu cama, Harry, semi desnuda y apenas te conozco, es de locos, sí, pero no puedo evitar sentirme atraída hacia ti, de la manera más fuerte que he podido experimentar a lo largo de mi vida. Cuanto más pienso en esto más siento que es un completo error, que debería huir y no mirar hacia atrás, ¿cuando empecé a ser la tía que se mete en la cama de hombres que no conoce? Aunque e una cosa si que estoy realmente segura: se donde están mis límites.

- ¿Dónde estabas la noche en la que te conocí? - Al fin encuentro una pregunta coherente.
- Ya te lo dije - Soltó mi barbilla para regresar a poner la mano en mi cadera.
- No, me diste evasivas - Protesté.
- Con la moto, lejos de ti, ya está Samantha.
- Dime donde - Alcé mi mano hacia la parte derecha de su mandíbula mientras que con mi pulgar le acariciaba la mejilla.

Nos sobresaltamos los dos girando la cabeza hacia la puerta de la habitación cuando oímos el timbre  sonar, le miré asustada ¿Quién iba a llamar a la puerta una noche como esta y a las dos menos cuarto de la mañana? Harry rápidamente se quitó las sábanas de encima y salió de la cama para ponerse unos pantalones vaqueros algo rasgados que tenía en la silla en la cual yo había depositado minutos antes mi ropa.

- Harry, no, quédate aquí - Supliqué muerta de miedo.

Él negó con la cabeza mientras cruzaba la habitación hacia la puerta.

- Quédate aquí, ni se te ocurra salir - Me amenazó desde la puerta y la cerró.

¿Qué? ¿Cómo que me quede aquí? Si pensaba que le iba a dejar ir solo es que apenas me conocía. Salté de la cama y fui hacia la puerta para abrirla pero al pensar que estaba semi desnuda cambié de opinión para ir a su armario a buscar una camisa, cual sea, me puse la primera que encontré en su cajón, cerré el armario y me dirigí hacia la puerta para abrirla sigilosamente con el corazón en la garganta, realmente estaba asustada, no por mi, sino por él, por Harry. Miré por el pequeño espacio abierto que dejaba la puerta, queriendo asegurarme de que Harry o quien sea no estuviera en el pasillo, cuando vi que no había nadie abrí un poco mas la puerta, suplicando en silencio para que no hiciera ruido alguno y menos mal que no lo hizo. Caminé lentamente de puntillas por el pasillo, las voces provenían de la pequeña entradita en la que Harry yo tuvimos nuestro encuentro.

- Te han visto, pero no te han reconocido - Habló una voz totalmente desconocida para mi -. Al parecer la chica les ha confundido.
- ¿Dónde me han visto? - Habló Harry.
- Eso da igual, tienes que procurar que esto no vuelva a pasar.
- Por favor Mat - Harry habló con arrogancia -. No me digas como tengo que llevar esto.
- Si tu caes, caemos todos, no lo olvides.
- No lo hago - Habló al instante defendiendo su honor.

Estaba completamente atónita ¿Que pasaba? Esto no podía ser algo normal, Harry debía de estar liado en algo realmente gordo y feo para que tanto secretismo fuera la base de todo.

- ¿Y la chica? ¿Está aquí? - Habló la voz desconocida.

Sentí un miedo terrible abalanzarse sobre mi pecho, ¿se refería a mi?

- ¿Dónde coño te crees que vas? - Harry habló muy enfadado.

Quité mis manos de la pared rápidamente y me volví hacia la habitación para escabullirme corriendo cuando sentí las pisadas del hombre desconocido que venía a por mi. Estuve a milésimas de coger el pomo de la puerta, pero el hombre me capturó por mi cintura, tal y como lo había hecho antes Harry, pero ahora no se sentía como antes, ahora siento pánico.

- ¡No, no, no, déjame! - Protesté pataleando.
- ¿A si que tu eres la famosa Samantha James? - Habló en mi oído.

Seguí pataleando con todas mis fuerzas hasta que noté como el brazo ágil de Harry se coló entre nosotros y de un tirón me liberó de las garras de Mat. Su torso descubierto era mi mayor protección en este momento, estaba tan asustada. Miré hacia la cara de Harry, ahora si que voy a admitir que era de enfado, su ceño fruncido y su mandíbula completamente apretada daban señales de que se estaba controlando para no hacer algo que quizás me dejase traumatizada.

- Ya está Harry, tranquilo - Susurré mientras apretaba mis labios contra su hombro.

Su respiración fue regulándose, pero no dejaba de mirar a Mat como si quisiera cruzarle la cara por haber cometido ese acto tan rudo conmigo.

- Harry, tranquilo, solo era una broma - Comentó -. No le haría dañó... - Me miró -. Para eso ya estas tú, Harry.

Los ojos verdes de Harry se abrieron como platos, su respiración volvió a ser tan irregular, estaba ido, completamente perdido dentro de su cabeza. La impotencia por no poder hacer nada para dejar que él se sintiera así era enorme.

- Te quiero afuera de mi casa en segundos, cabrón - Harry me dejó perpleja con sus palabras de amenaza.

Mat miró a Harry con una sonrisa gélida.

- Ten cuidado Sam - Continuó Mat -. No eres la primera chica a la que Harry termina haciendo daño, mucho daño - Y dijo esas dos últimas palabras como si tuvieran un doble sentido, estaba claro que iba con segundas.

Noté como Harry me agarraba la mano con fuerza mientras observaba a Mat coger camino hacia la puerta y cerrarla de un portazo. Me quedé muda en el sitio. Estoy confundida y asustada. Tengo miedo. ¿Qué está pasando? Apreté la mano de Harry mientras me daba la vuelta hacia él, ¿sería capaz en estos momentos de contarme algo?



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sábado, 21 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 6

Harry sacó de su bolsillo un juego de llaves plateadas, las hizo sonar para encontrar la adecuada y luego metió una de ellas en la cerradura haciéndola girar, haciendo que mis nervios estallasen en mil pedazos al ver como la puerta negra se abría, iba a entrar a su casa, para dormir, una noche como esta: lluvia, truenos, oscuridad... una noche perfecta para dormir abrazada a alguien, aunque claro, eso ya sería demasiado pedir. Él tendió una mano hacia adentro « Las señoritas primero » y como tal acepté su oferta con una sonrisa de agradecimiento. Me adentré en aquella casa a oscuras, sabiendo que Harry pisaba mis talones, podía estar segura. Él encendió la luz del pequeño recibidor de la entrada, mis ojos tardaron un par de segundos en acostumbrarse a esta nueva claridad no deseada, me dolían. Giré mi cuerpo hacia el hombre alto y fuerte que tenía a mis espaldas, Harry, se estaba quitando la chaqueta aun mojada, por favor, es tan sexy. No puedo definir sus rasgos como de enfado, ya que no creo que esté enfadado conmigo, o con alguien, pero si he de admitir que desde que le conocí, casi nunca cambiaba aquella expresión seria. ¿Por qué? Con lo hermoso que se le ve al sonreír. Quiero abrazarle, quiero besar aquel rasgo serio para que sonría.

- ¿Qué pasa? - Preguntó él.

Me di cuenta que estaba sonriendo inconscientemente y al percatarme de esto casi me derrito por el calor rojizo que emitían mis mejillas, tierra trágame. Intenté evadir aquella pregunta mientras me quitaba el bolso y el abrigo para dejarlo en una pequeña percha que Harry tenía en la entrada.

- Ven - Impuso él.

Le seguí de cerca hacia donde él me guiaba. Mi corazón iba a estallar en mil pedazos, mis nervios eran como una bomba de relojería, notaba como la tensión aumentaba dentro de mi cada vez que nos acercábamos al lugar donde creo que estaban las habitaciones. Su gran mano se apoderó del pomo dorado y lo giró para abrir la puerta de una gran habitación, entró y encendió la luz, me decepcioné al descubrir que era la habitación de invitados, supongo que tendría que haber imaginado algo así y no que me iba a dejar dormir con él ¿Soy estúpida o qué? Se giró hacia mi cuando terminó de abrir las cortinas, quedándose unos segundos admirando el paisaje oscuro y lluvioso a través de las ventajas salpicadas por gotas.

- Si necesitas algo yo estoy a cuatro habitaciones de aquí - Caminó hacia mi.

¿A cuatro habitaciones de mi? No se si estoy mas sorprendida por la cantidad de habitaciones que tiene esto o por el hecho de que me sienta tan mal al saber que él estará tan lejos de mi en un mismo sitio. Asentí sin pronunciar palabra alguna mientras él me miraba con sus ojos serios proyectados hacia los míos, esa manía me mata a la vez que me excita. Aparté mi vista de la suya, no pude aguantar, ¿en qué estaría pensando mientras me miraba de esa forma? Inició su camino hacia la puerta, yo no me podía aguantar más, tenía que hablar con él de algo, quiero saber algo.

- Harry - Cogí su brazo y al instante el se paró moviendo el brazo para quitarlo de mi mano.
- ¿Qué? - Se pasó su mano derecha por su pelo para peinárselo revoltosamente hacia atrás.

Creo que lo hace adrede, quiere ver como me desintegro cada vez que él hace eso. Pestañeé un par de veces retomando la respiración y soltándome el labio inferior que inconscientemente me había mordido. No sé por dónde empezar, quiero saber tantas cosas, tengo tantas dudas, pero seguro que él las iba a evadir todas, ¿Qué puedo hacer para que Harry no lo haga? ¿Para que no se marche? Quise tomarme unos segundos para pensar.

- ¿Puedo preguntarte algo? - Dije confiada, ocultando mi ser asustado detrás de mi falso papel.

Se encogió de hombros y luego se giró hacia mi al completo. Su figura era imponente, le notaba como una figura de piedra irrompible y ese era su caparazón, pienso que así era él, ve el peligro y se esconde, no como un cobarde, sino para que ningún dardo le afecte. Esto me va a costar.

- ¿Por... por... - Mi confusión era formada por todos los flashbacks que se amontonaban en mi mente, tantas preguntas a la vez eran como una sobre carga -. ¿Por qué... hiciste l-lo de esta tarde, Harry? - Tragué saliva mientras decidí no fijarme en su cara, me sentía extrañamente incómoda.

Decir que él empezó a hablar justo en el instante en el que yo le pregunté habría sido muy fácil y como Harry es de todo menos fácil, cosa que me he dado cuenta en estos días, no habló, tan solo me miraba. Pasaron segundos, eternos segundos hasta que decidió entrar en la conversación.

- Se suma a la lista de cosas que no deberían de haber pasado - Respondió.

Levanté lentamente mi cabeza hacia él, intentando asimilar lo que había dicho, cual me dolió como si me hubiera arrancado algo importante de mi alma. Me sentía vacía ante esas palabras, ¿no le gustó? imposible, es imposible, si no le hubiera gustado no me habría besado de esa manera, ¿no? Estoy completamente perdida.

- ¿Qué? - Pregunté con dolor y asombro en la palabra -. ¿Cómo que no debió pasar? Harry...- Me interrumpió.
- Samantha, basta - Figura de piedra había articulado la frase final.
- ¡Pero Harry! - Protesté al segundo.
- ¡Basta! - Gruñó él dejándome helada.

Me quedé muda en el sitio, mi corazón era un motor desenfrenado y asustado. No podíamos dejar de mirarnos el uno al otro con asombro y con la respiración agitada, sus ojos intensos me asustaban, pero no me daba miedo, yo no soy tan fácil de callar y menos cuando me enfadan. Di un paso hacia él, pero Harry repentinamente dio otro hacia atrás, al ver que no me quería tener cerca casi me derrumbo en el sitio ¿cómo puede ser así conmigo? Yo solo quiero que por una maldita vez sonría, que se sienta agusto a mi lado, que no me tema como parece que lo hace.

- Harry... No - Susurré.

Él ni se inmutaba, parecía que no tenía corazón. Yo lentamente me estaba consumiendo por el dolor y angustia que oprimían mi pecho.

- Por favor - Le tendí la mano en una súplica.

Mi mano quedó suspendida en el aire por unos segundos, pero al ver que Harry se negaba a cogerla, la cerré en un puño, sintiendo como la fuerza con la que cerraba esta mano hacía que temblase al mismo momento que la llevaba hacia mi vientre y la retenía contra él. No pude aguantar más, era un dolor de cabeza hablar con alguien así, es desesperante, realmente desesperante. Me abrí paso dándole en su hombro con el mío y saliendo de aquella habitación, decidida a irme. Mis nervios, mi furia, mi ira, mis sentimientos, todo estaba quemándome dentro de mi ser, tanto que no podía pensar en otra cosa que no fuese en las ganas de darle un puñetazo a Harry. Mi corazón dolido iba a mil por hora, mi angustia por no poder hacer nada volvía a apoderarse de mi pecho. Corrí por el pasillo hacia la salida, cogí mi bolso y mi abrigo dando un tirón en la percha y abría la puerta decidida a marcharme, y así hubiera sido de no ser por Harry y su fuerza descomunal cerrando la puerta de un portazo y cogiéndome con una mano por la cintura.

- ¡Harry! - Grité cuando sentí como me retenía entre él y la puerta.

Pataleaba con todas mis fuerzas, pero eso solo servía para que el agarre de Harry apretara mas mis caderas. Sentía como su pecho subía y bajaba duramente contra mi espalda mientras intentaba inmovilizarme, pero no soy una presa fácil. Intentaba echarme hacia atrás empujando mi espalda en su pecho.

- ¡Para, Samantha! - Protestaba él.
- ¡Suéltame! - Gritaba yo.

Tiré mi bolso y mi abrigo al suelo para ganar mas ventaja, intenté forcejear lo mas que pude para liberarme de él, pero no lo conseguí, su brutalidad superaba la mía. Yo estaba empezando a sollozar y no era por que él me estuviera haciendo daño, más bien por la impotencia que sentía, esta situación era una de las peores que había tenido con él. Harry, al darse cuenta de que estaba llorando me dio la vuelta y me dejó en la puerta, pero sin llegar a soltarme, yo ya era un peón a su antojo. Mi cabeza agachada buscaba algún sitio para esconderse, no quería que me viera así.

- ¿Samantha? - Quiso saber Harry si estaba bien.
- No Harry - Le empujé aunque el efecto fue casi nulo -. Déjame en paz.

Levanté mis manos hacia mi cara para cubrirme con ellas. Cada parte de mi ser se podía resumir en un mismo sentimiento: Impotencia. Odiar y sentir algo tan fuerte por una persona tiene que ser insano, pero sobre todo tiene que serlo si esa persona no siente nada por ti y tú sigues haciéndote daño pensando en que él si que siente algo por ti, cuando en realidad solo juega contigo. Y Harry está jugando conmigo. Es insano: no me importa. Le tengo cerca de mi, con eso me sobra.
Sentí como apoyaba su frente en el hueco de mi hombro, ladeando mi cabeza inclinada un poco hacia la derecha, el gesto me pilló totalmente desprevenida, ¿Qué hace? ¿Ahora me abraza? ¿Y por qué siento la necesidad de juntarle aun más a mi? Él quitó mis manos de mi cara y las pasó por su cuello, incitándome a seguir por él hacia entrecruzar los dedos por detrás, cosa que hice sin dudarlo. No pude evitar tirar de él hacia abajo, tan solo un poco mas abajo, estoy tan desesperada por sentir su respiración en mi piel húmeda por las lágrimas.

- ¿Por qué me haces esto? - Sollocé juntando nuestras frentes.
- Perdóname, Samantha - Masculló apretando los ojos.
- ¿Qué te hice yo? ¿Qué te hice? - Apreté mis dedos.

Negó con la cabeza.

- No quiero hablar del tema, no fue esta mi intención, no quería esto - Susurró.

Pasé mi lengua por mi labio inferior y bajé el cuello de Harry para juntar sus labios con los míos, sintiendo una explosión de placer recorriendo por todo mi pecho. Pequeños gemidos se escapaban de mis labios al sentir como Harry intensificaba el placer con sus duros besos, yo jamás había experimentado algo tan fuerte como sus besos, me dejaban completamente colocada, una perfecta droga. Sus grandes manos me atraían a él en caricias, juntándome con su fuerte cuerpo, sin dejar espacio alguno para el aire. Subí mis dedos un poco mas arriba de su cuello y los enredé con sus rizos mientras le hacía estar más cerca de mi. Sentí como sus manos bajaban descaradamente hacia mi trasero y lo apretaba para cogerme y subirme a él, no tuve más remedio que agarrarme fuerte a sus hombros y pasar mis pies por detrás de su cadera, pensaba que me iba a caer cuando me levantó, pero al sentir su fuerte brazo haciendo fuerza supe que no me dejaría caer. La puerta fría en mi espalda hacía un efecto contraste y estremecedor con el cuerpo de Harry emitiendo calor. Un gemido ronco resonó en la garganta de Harry, doblando la intensidad de mi excitación, dios, que gemido. Mi boca se abrió buscando aire, momento que Harry aprovechó para bajar con sus besos húmedos por mi mandíbula siguiendo hacia mi cuello. Era incapaz de controlar mis jadeos al sentir como su boca besaba mi base del cuello, como sus dientes daban pequeños mordiscos en él, como sus rizos hacían cosquillas al rozar en mi mandíbula. Mis dedos se costreñían en sus hombros sin querer. Apartó su boca de mi cuello dejando un suave último beso encima de mi irritada piel no acostumbrada a ser apasionadamente maltratada de esta manera. Aun me sostenía encima de él, volviendo a apoyar su frente en mi hombro, recuperando el aire, yo estaba completamente desorientada, casi mareada por mi inestable espiración en estos últimos minutos. Lentamente me bajó y volví a sentir el suelo debajo de mis pies, levanté mis manos hacia su cara y la reduje a la mía para poder mirarle fijamente: tenía los ojos cerrados y los labios rojizos por la pasión que había puesto en besarme, abrió los ojos tranquilamente, me pareció el hombre mas hermoso y sexy del mundo en aquel momento, ¿cómo alguien humano podía tener estas fracciones tan bien definidas? Ser tan hermoso debería de estar prohibido.

- Duerme conmigo - Su voz ronca hizo mella en mi.

Inspiré duramente al oír su proposición, que más bien fue una orden. Asentí bajando mis manos por su pecho y por su vientre, al hacerlo noté como se agitaba un poco ¿Don figura de piedra tenía cosquillas? Reí cuando me di cuenta de que así era. Inesperadamente el soltó una bocanada de aire en una sonrisa, seguida de un beso en mis labios, oh dios, me tiene completamente derretida, su sonrisa es maravillosa, sus hoyuelos se habían marcado dejando ver sus perfectos dientes blanquecinos. No pude aguantarme y me sumí en él dándole un abrazo, aunque duró apenas segundos porque él se movió para que pudiéramos ir a su habitación. Cogió mi mano entre la suya y cruzó los dedos, con su roce daba pequeños escalofríos a lo largo de mi mano. Estoy mucho más que nerviosa. Pasamos la habitación de invitados y seguimos el pasillo hacia su habitación. Entramos en ella a oscuras, no quiso encender la luz y yo tampoco quise encenderla, a parte de que aunque fuese de noche se veía bien ya que no tenía cortinas ni persianas, tan solo unos grandes ventanales que daban vistas al lago Doonen, estas vistas eran de un privilegiado, me encantaba.

- ¿Que lado quieres? - Preguntó Harry.

Me volví hacia él, cada vez que le miro siento que mi corazón se va a salir de mi pecho.

- Izquierda - Dije sonriendo.

Harry asintió alzando las cejas ¿qué era tan divertido? Me dirigí hacia el lado de la cama y me senté para quitarme los zapatos, vi a Harry por el rabillo del ojo quitarse la camiseta y desabrocharse el cinturón ¿iba a dormir en boxers? Apreté los ojos mientras sonreía a escondidas de él.

- ¿Quieres una camiseta? - Me preguntó.

Negué con la cabeza, si él iba a dormir en boxers yo podía dormir en ropa interior ¿no? Noté como Harry se metía en la cama mientras yo me quitaba la camiseta para quedarme en sujetador. Él no veía mi cara ya que estaba de espaldas a él y menos mal, porque estaba completamente roja. Decidí levantarme para quitarme el pantalón, alcé mis manos hacia el botón para desabrocharlo y bajé con cuidado la cremallera, mi respiración era casi igual de irregular que antes, tenía mucha vergüenza, aunque por otro lado sentía mi excitación crecer.

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domingo, 15 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 5

Mis pies colgaban columpiándose de una mesa en el taller de Parker. Mi cabeza inclinada hacia la derecha observaba detenidamente los brazos del hombre que se hundía debajo de mi capó abierto. Estábamos en un garaje iluminado por una intensa luz justo en la esquina derecha de la pared del fondo, algo lúgubre si se le suma el hecho de que fuera ya había anochecido y que todavía no había dejado de llover desde el instante en el que nos bajamos del coche de Parker.  Hacía rato que él había empezado una conversación sobre como engrasar el motor de un coche, pero mis pensamientos estaban muy lejos de aquella conversación. Aun perduraba en mi el sabor de sus gruesos labios, aquellas caricias duras en mi espalda, su aliento capturado en mi boca, lujuria en sus verdes ojos. Casi me agota pensar en ello. Por unos instantes me costó asimilar que realmente besé los labios de Harry, era como estar flotando en una nube, te sientes inmune a cualquiera hasta que te caes de ella y te despiertas del sueño asustada por el miedo. Y miedo es lo que sentí cuando se apartó de mis labios, miedo fue lo que sentí cuando abrió la puerta y un inmenso dolor fue lo que sentí cuando lo veía ir, sin ni siquiera mirar a tras, como si no pasara nada, como si yo no fuera nada.

- Sam - Parker llamó mi atención.

Levanté la vista desenvolviéndome de mis pensamientos.

- Que si me pasas aquella caja que tienes al lado - Señaló a la mesa.

Miré hacia los lados de la mesa para encontrar una pequeña cajita en una de las esquinas, alargué mi mano cogiéndola y se la entré segundos después cuando me levanté y fui hacia él.

- ¿Podrás arreglarlo para hoy? - Pregunté apoyándome en el faro izquierdo.
- Esto lleva su tiempo, Sam.

Suspiré mientras cruzaba mis brazos y caminaba hacia la puerta abierta del garaje. Las luces exteriores eran muy tenues, pero aun así podía ver como el cielo estaba cubierto de nubes. Las gotas de agua rozaban mis pies sin llegar a darme. Y de nuevo Harry volvía a mi mente ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Pensará en mi? ¿Sentirá lo mismo que yo estoy sintiendo ahora? Una angustia demoledora se aferraba a mi ser. Pero no creo que él sienta lo mismo, quizás ahora esté en un bar emborrachándose con tías a su alrededor, quizás esté en casa de un amigo, quizás estará haciendo el amor con la primera guarra que se le pase por delante, quizás estará bebiendo a solas, quizás este solo, quizás esté dormido. Suspiré pensando en la locura que él me estaba provocando.

- Te vas a mojar - Parker habló por detrás.

Me moví hacia la mesa y me volví a subir en ella observando como Parker hacia tu trabajo.

- ¿Si te pregunto algo me contestarás con sinceridad? - Pregunté rompiendo el silencio que se había formado en este lugar.

Parker se incorporó y se limpió las manos de grasa con un trapo viejo alojado en el parachoques de mi coche y mientras lo hacía me miraba con una sonrisa perezosa, intrigado a más no poder.

- ¿Me vas a decir la verdad? - Volví a preguntar.
- La verdad y nada más que la verdad - Levantó su mano izquierda

Negué sonriendo con la cabeza.

- ¿Que sabes de Harry?

Su sonrisa cambió al completo, borrándose, tranformandose en una linea delgada, sus ojos azulados recorrían mi cara, esperando al momento perfecto para hablar o esperando a que yo dijese algo, no lo sé muy bien, pero de lo que estaba cien por cien segura es que no sería fácil sacarle información a Parker ¿Ocurrirá lo mismo con él que lo que me ocurrió con Megan? Quise hablar, pero me mordí el labio mientras esperaba una respuesta. No voy a meter presión.

- ¿Harry? - Soltó el trapo en el suelo - ¿Que sé sobre Harry?

Me limité a mirarle.

- ¿Qué es lo que quieres saber? - Preguntó.

Si realmente dijese todo lo que quería saber sobre Harry creo que la noche se nos haría muy corta.

- ¿Sois amigos? - Pregunté.
- Lo somos.
- ¿Desde hace mucho? - Volví a preguntar.
- Desde hace mucho - Él afirmó.

Suspiré poniendo los ojos en blanco, parecía un mono de repetición.

- ¿Sabes por dónde sale?
- ¿Para qué lo quieres saber, Sam? - Se acercó a mi.

Me encogí de hombros mirando al suelo.

- ¿Que le veis? - Preguntó mirando hacia la puerta del garaje abierta.

No respondí y creo que él tampoco quería que yo lo hiciese.

- ¿Has hablado con Megan? - Giró su cara hacia mi.
- Si.
- ¿De este tema?

Asentí con la cabeza.

- ¿Que te ha dicho?
- Nada - Suspiré.
- ¿Y por qué piensas que yo te diría algo? - Preguntó cruzándose de brazos.

Lo sabía, sabía que esto no llevaría a ninguna parte. Preguntar a alguien sobre Harry era como entrar a un callejón sin salida ¿Pero qué pasaba con él? ¿Cual es su secreto? Me levanté furiosa de aquella mesa y cogí mi bolso para marcharme.

- Samantha - Parker me cogió de la mano.
- Que manía tienes con hacer eso - Agité mi mano.
- No te enfades.
- No lo hago - Mentí.

Di un tirón bruto para soltarme de su mano.

- Saman... - Le interrumpí.
- ¿¡A caso sobes lo frustrante que es todo esto!? - Grité -. ¡Tan solo quiero una maldita respuesta!
- Pero yo... - Apenas pudo terminar la frase cuando oímos el golpe de la puerta trasera cerrarse, no estábamos solos.

Me quedé petrificada en el sitio cuando vi su silueta apoyada en el marco de la puerta observando desde hace tiempo nuestra conversación. ¿Qué demonios hacía Harry aquí? Vi como lentamente salía de aquel escondite, dejándose ver. Su verdes ojos penetraban en los míos, apenas podía sostenerle la mirada unos minutos, la intensidad que derrochaban me hacían sentir débil, tan solo quería ir hacia él y hundirme en su pecho.

- Toda tuya - Parker habló cuando Harry le miró.

¿Toda tuya? ¿Qué está pasando aquí? Harry se acercó a mi y me cogió de la mano obligándome a seguir sus rápidos pasos para salir de aquí. Apenas me dio tiempo alguno para girar mi cabeza y decirle adiós a mi amigo. Entramos en la oficina para salir por la puerta trasera, pero él se paró justo delante de la puerta y yo choqué torpemente contra sus pies.

- Eh - Me cogió antes de que mi cara chocase contra el suelo.

Me aferré con agilidad a sus manos mientras que recuperé al completo mi equilibrio. La boca se me seca en cuanto le miro a la cara.

- ¿Estas bien? - Preguntó.
- No lo creo - Cogí el pomo de la puerta y la abrí para salir.
- Samantha - Cerró la puerta con la mano dando un portazo -. ¿Por qué eres tan niña chica?

¿Qué? Mi cabeza se congeló por unos instantes ¿Había oído bien? Me giré hacia él lentamente.

- ¿Perdón? - Arrugué el entrecejo mientras le miraba.

Y el evadió a la niña chica que supuestamente era.

- ¿Tienes paraguas? - Preguntó.
- No.
- Está bien - Suspiró.

Se quitó la chaqueta negra que llevaba y abrió la puerta.

- Ven - Levantó un brazo para que se lo cogiera.

Dudé unos segundos en si acercarme, aunque al final me rendí y acepté su oferta de cubrirme con él, a de más, negarme a sus encantos sería imposible para mi. Pasé una mano por su espalda y la agarré en un puño con la camiseta de Harry, mientras que con la otra me aferraba a él por su tonificado y duro vientre. Me volví a sentir feliz, me tenía entre sus brazos, entre sus fuertes brazos, protegiéndome de la lluvia mientras nos encaminábamos hacia el coche. Abrió la puerta del copiloto y me subí quitándome de su abrazo lamentablemente, cerró la puerta y fue hacia el otro lado del coche para montarse.

- Harry, estas completamente mojado - Hablé cuando entró en el coche y las luces de adentro se encendieron.

Negó con la cabeza para que dejara de preocuparme, pero yo no podía hacerlo, era propio de mi preocuparme por las personas que me importan. ¿Acabo de decir que Harry me importa?
 Yo apenas me había mojado, me sentí culpable por dejar que le pasara eso. Se pasó las manos por su pelo para revolverlo y finalmente se lo echó hacia atrás soltando gotas de agua. Puedo sentir como mi corazón se acelera al ver como sus manos bajan hacia su camisa y se la saca, dejando ver todos sus tatuajes, su piel bronceada... dios, creo que necesito aire, mi corazón empieza a ir  mas fuerte y rápido de lo normal. Giró su cabeza hacia mi y me miró extrañado.

- ¿Por qué estas tan roja? - Preguntó con su ronca voz.

¿Qué? No, Dios, que vergüenza... ¿Pero cómo me puede decir estas cosas? Niego con la cabeza mientras miro hacia la ventanilla del coche empapada por las gotas. Oí como suspiraba y que suspiro mas excitante.

- ¿Donde te llevo? - Puso el coche en marcha al pronunciar la primera palabra.

Me encogí de hombros sin llegar a mirarle.

- Sam - Noté como cogía mi barbilla y la giraba hacia él -. Deja de estar así.
- ¿De estar cómo, Harry? - Quité su mano de mi barbilla.
- Cómo tu quieras - Se enfadó -. Pero dime a donde coño te llevo - Hablaba en un tono normal, pero aun así no me gustó que usase una blasfemia.
- Me da igual - Solté de mala gana.

Y supe que me estaría llamando ''niña chica'' en estos momentos, es más, me lo estaba llamando yo sola, pero realmente no tengo ganas de hablar, tan solo de estar callada, de mirar hacia otro sitio donde no esté Harry, de pensar en otra cosa que no sea él. Pero no me quiero ir de su lado. El silencio fue el protagonista de todo el viaje, ni una misera palabra fue pronunciada en nuestras bocas. Me incorporé en mi asiento cuando vi como Harry se ponía rápidamente su camisa aun mojada, había policías cortando el paso de la carretera que llevaba de nuevo a la ciudad. Un agente hizo señas con las manos para que Harry parase el coche a un lado de la cuneta. Bajó la ventanilla y esperó que el agente llegase hasta ella,

- Buenas noches - Habló el policía.

Harry sonrió.

- La carretera está cortada, no podéis pasar - Prosiguió - Uno de los caudales que llevan al lago se ha desbordado.
- ¿Y no hay carreteras secundarias? - Preguntó Harry.

El hecho de que estuviera cayendo una gran tormenta dificultaba a los dos hombres tener una conversación.

- No, lo siento, tendréis que dar marcha a tras.
- Esta bien, gracias - Harry habló amablemente y subió la ventanilla.

Miré detenidamente a Harry que miraba al grupo de policías muy atentamente, quizás conociera a alguno.

- ¿Harry? - Intenté hacerle reaccionar.

Me miró rápidamente.

- ¿Y ahora que hacemos? - Pregunté.
- No lo sé - Suspiró - No te puedo llevar a casa - Señaló a los guardias.
- ¿Y entonces?

Se echó hacia atrás y miró hacia el techo. No puedo contar las ganas que me entraron de besar aquel cuello.

- A ver - Volvió a bajar la vista - Puedes... yo tengo mi casa.

¿¡Casa de Harry!? Si, si, si quiero ir si. Intenté controlar los nervios que se apoderaban de mi al pensar que me estaba ofreciendo ir a su casa. Sería perfecto, así tendría toda una noche para sacarle toda la información, si.

- Puedes quedarte en ella... - Me miró -. A menos que tengas otro lugar para quedarte.

De repente mi estudio pasó por mi cabeza, pero ignoré el pensamiento, no pasaba nada por mentir y decir que no tenía otro sitio, supongo. Negué con la cabeza.

- Está bien, vamos a mi casa.

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martes, 10 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 4

Mi mente va a mil por hora en este instante, no puedo controlar mis pensamientos. Pienso en una razón por la cual Harry es así pero en seguida se me viene otra idea a la mente, totalmente diferente a la primera, pero también posible. Y esto se repite una y otra vez en mi. Me tapo la cara con las manos y me tumbo en el sofá boca arriba. Tengo que encontrar una maldita solución a todo esto, necesito ordenar mis ideas... ¿Pero cómo? ¿Por dónde empiezo? ¿Por la primera vez que le vi? Recuerdo como el corazón se me aceleró con tan solo el sonido de su ronca y excitante voz, recuerdo como me cortó la respiración cuando me miró a los ojos la primera vez. «¡Espera!» Pensé sentándome rápidamente. Vino a mi mente un flashback de aquella noche: Sus ojos recorriendo mi ser de arriba bajo, ojos asustados. Si, pude ver miedo en sus ojos cuando me miraba, cosa no muy normal ya que no le conocía de nada para que pudiera juzgarme de esa forma ¿Eso quería decir que él ya me conocía de antes? Pero yo a él no. Me levanté del sofá y caminé hacia el ventanal abierto para cerrarlo, aún seguía lloviendo, pero desde hace un par de minutos aumentó la fuerza con la que las gotas caían dentro de mi estudio.
Estar sola no era una ayuda para el gran lío que se amontonaba en mi cabeza, estaba cansada de sentirme perdida.



Después de un largo tiempo pintando en mi estudio decidí salir de ahí e irme a casa, quizás si mantenía un tiempo de interacción con alguien me despejaría. Volví a mi coche y cuando intenté arrancar el motor, lo único que hacía este, era calarse después de unos segundos de dura vibración. Maldije en voz alta ¿Es que el karma la tenía cogida conmigo o qué? Resople y me hundí en mi asiento mientras que llamaba a Parker, mi amigo mecánico quien justamente me regalo este coche.

- ¿Diga? - Habló por la otra línea.
- ¿Parker? - Pregunté.
- Ey Sami - Vaciló.

¿Había oído mal o me había dicho ''Sami''?

- No me vuelvas a llamar de esa forma, Parker - Protesté muy seria.
- ¿Qué pasa? ¿Estas en esos días? - Volvió a bromear.

Se estaba ganando a pulso un buen puñetazo en toda su boca.

- ¿Por qué todos sois igual de gilipollas?
- Los gilipollas somos los más irresistibles.
- Y los más irritantes - Cambié de tema -. Parker, no se lo que le pasa a este coche que no arranca.
- ¿Has probado a meter las llaves y a hacerlas girar? - Bromeó.

Me reí sarcásticamente.

- Mis ganas de partirte la boca van en aumento - Protesté.
- Lo ves, somos irresistibles.

Suspiré mientras que ponía los ojos en blanco ¿Cómo se podía ser tan idiota?

- Vale, voy para allá - Habló divertido.

Colgué el teléfono y lo tiré hacia el asiento de al lado haciéndolo rebotar. Incliné mi cabeza hacia el techo blanco del coche y cerré mis ojos ¿Que podía hacer si no?
Sabía que pronto iba a oscurecer o quizás ya estaba oscureciendo. Bajé mi vista hacia mi ventanilla y observé el banco de nubes negras amontonadas en el horizonte, por encima de aquellas montañas lejanas, la tormenta había dado un pequeño descanso a la ciudad, para luego más tarde volver con más. Esto me preocupó mucho, ya que como Parker no viniera pronto me iba a tener que quedar aquí con el temporal y la verdad es que me asustaba tener que hacerlo. Intenté poner la radio para distraerme un poco, pero solo se escuchaban interferencias, quizás la señal no llegase bien. Apagué la radio, salí del coche y me apoyé en la puerta con las manos cruzadas, esperando al dichoso Parker ¿Por qué no venía ya? Observaba como las familias corrían apresuradas a sus coches para alejarse del temporal, ojalá ya pudiera hacer lo mismo.

- ¿Por qué siempre tienes que estar en los lugares menos adecuados?

Maldita sea, otra voz vuelvo a sentir ese calambre en mi pecho, su voz, su ronca y hermosa voz. Me giré para ver como cruzaba por delante del capó del coche hacia mi. Por favor ¿Cómo puede verse alguien humano tan bien como se veía él? Tenía una vestimenta distinta a la de esta mañana: Una camisa blanca que le quedaba holgada por el cuello, dejando ver una cadena y sus tatuajes cuales aun no sabría descifrar muy bien que son, llevaba también una chaqueta y pantalones negros ceñidos que marcaban su figura deseable y sexy, pero algo me desconcertaba ¿Por qué tenía gafas de sol si estaba nublado? Se paró delante de mi, alargó un brazo hacia el techo del coche y yo apoyó en él. Joder, y volvía a, me confunde ¿Por qué está aquí? ¿Por qué hace estas cosas? Está jugando conmigo, de eso estoy segura, pero soy como una ficha manejable en su juego, manejable a su antojo.

- ¿Me vas a responder? - Movió los labios y susurró.

Me encantaba la distancia que había entre nosotros, aquella distancia casi nula. Sus gafas de sol eran completamente oscuras, no atravesaba ninguna luz, no podía mirar a aquellos ojos verdes y yo me moría por hacerlo.

- Suelo venir aquí - Respondí como pude.

Estaba inmóvil ante su imponente figura acorralándome en la puerta de mi coche.

- ¿Y-y tu? - Pregunté -. ¿Qué haces aquí?

Movió sus dedos en el coche haciendo resonar su anillo en la puerta.

- Deberías irte a casa, Samantha - Quitó su mano del coche y se retiró unos centímetros de mi.

Cogí su mano antes si quiera de que llegase a guardársela en sus pantalones y tiré de ella hacia mi, él apenas se movió del sitio, pero fui ágil y me puse enfrente de él. Me miró con el ceño fruncido por encima de sus gafas, muy confuso ya que no se esperaba mi reacción.

- Harry, quiero hablar contigo - Era ahora o nunca.
- No tenemos nada que hablar - Protesto.
- Si Harry, tenemos mucho de lo que hablar - Contesté enfadada y apretando su mano, tenía miedo de que la apartara de la mía.

Sentía su roce en la palma de mi mano, su tacto me proporcionaba un hormigueo que se expandía por toda ella, un intenso hormigueo de placer. Es curioso como una persona puede provocar que el corazón se te acelere con solo tocarte, tan solo con rozarte. Y el único que me provocaba esto era él.

- ¿Que quieres saber? - Habló mirando hacia otro lado.

Cuando hizo ese movimiento observé una especie de cicatriz justo debajo de su ojo derecho. Me asusté mucho ya que esa cicatriz no la tenía esta mañana cuando fui a verle ¿Sería ese el motivo por el cual llevaba gafas en un día nublado? Tiene que ser eso.

- Harry - Susurré preocupada -. ¿Qué te ha pasado?

Suspiró volviendo la vista hacia mi.

- Eres demasiado metomentodo ¿No crees Samantha? - Se pasó su mano libre por su tupé para peinarlo descuidadamente, acto que me pareció demasiado sexy.
- Deja de ser tan imbécil y dímelo.

Soltó mi mano de mala gana, casi haciéndome daño por el brusco tirón. Pero eso no impidió que me alejara de él.

- Tan solo quiero respuestas.
- ¿A qué? Mantente alejada de mi, eso es lo único que te debe interesar - Habló mientras se alejaba de mi.

No podía irse, ahora no, así que sin pensarlo corrí detrás de él y le empujé desesperadamente contra la puerta de mi coche, él se quedó tan sorprendido como yo ¿De dónde había sacado tanta fuerza?

- ¿Que te hice yo Harry? - Pregunté totalmente desarmada -. ¿Por qué me tratas así?

Y aquí salía de nuevo mi furia, yo no era la niña inocente que todos creían, yo no era débil. Ya estaba verdaderamente cansada de todo este juego ya que no tengo paciencia, así que quería una respuesta, con tan solo una me conformaría.
Harry no hablaba ¿Qué pasaba?
Mi cabeza inclinada hacia la suya deseaba besar aquellos rojos labios entreabiertos cuales estaban próximos a mi frente. Ese tupé, esas gafas negras, esos labios rojizos, ese cuello, ese pecho lleno de tatuajes que ahora que estoy cerca puedo decir que parecen alas ¿Quizás de pájaros? La visión de aquellos tatuajes se terminaba por culpa de la camisa blanca.

- Harry, por favor - Hablé en apenas un susurro desesperado, aumentando la presión en el agarre de la chaqueta.

Noté como su brazo derecho cogió mi cintura, levantándome del suelo, dí un grito ahogado cuando me cogió con tan solo una mano, se dio la vuelta, abrió la puerta del coche para meternos dentro. Tenía la respiración aumentada por sus rudos actos, eso y que me había puesto encima de su regazo de cara a él. Podía notar como mi boca empezaba a secarse, como un rubor se expandía por mis mejillas y como las ganas de besarle superaban a cualquier otro pensamiento. Su pecho subía y bajaba duramente, mis manos alojadas aun en él podían sentir el duro bombardeo de su corazón expandirse en ellas. Harry alzó su mano derecha hacia sus gafas y las sacó de su cara, dejando a la vista sus grandes ojos verdes y su nueva cicatriz.

- ¿Qué te ha pasado? - Alcé mis manos hacia su cara y las retuve en su mandíbula para alzarla.
- Un golpe - Quiso evadir el tema mientras me dejaba inspeccionar su cara para comprobar si tenía otras marcas, pero gracias a dios que solo tenía esa.
- ¿Un golpe? ¿Un golpe con qué?
- Samantha - Quiso que dejara de preguntar, pero yo ignoré su súplica.
- ¿Cómo te lo hiciste?

Suspiró reclinando la cabeza hacia atrás, creo que empezaba a darse cuenta de mi carácter ansioso por saber la razón de las cosas.

- Digamos que estaba con la cabeza en otra parte - Comentó Harry.

Me aguanté con esa pregunta, tampoco quería agotar su paciencia. Nos quedamos por unos minutos sumidos en el silencio del coche, las luces estaban apagadas, ya casi había anochecido, lo que provocaba que la oscuridad abarcara todo el espacio interno de mi coche, pero aun así podía verle.

- ¿Harry? - Pregunté bajando mis manos desde su cuello hacia su pecho.

Un gemido salió de su garganta, dándome pie a que continuase.

- ¿Te hice algo?

Él se incorporó mirándome aturdido.

- ¿Por qué me tratas así?

Tragó saliva notablemente. Volví a sentir como respiraba con dificultad ¿Pero por qué le ponía tan nervioso ese tema? Yo tan solo quería una respuesta.
Me perdí en el verde de sus ojos, siento que me puede hipnotizar con tan solo una mirada. Lentamente subí mis manos hacia su cuello y las crucé detrás de él, sintiendo como sus rizos hacían cosquillas en mis nudillos. Me subí más cerca de su cintura, quería tenerle tan cerca como pudiera. Noté como sus manos se apoderaban de mi baja espalda y presionaban en ella. El calor en el ambiente era causado por la desesperación de besarle, al que se le unía un pesado nudo en mi pecho, volvía a estar atrapada en su burbuja. Y no supe de que modo ni de qué manera, pero sin pensarlo presioné mis labios en los suyos para recibir de él un beso apasionado. Sus labios se abrían haciendo que los míos sugieran su rastro, los dos luchábamos por conseguir aire sin apartarnos el uno del otro. Su lengua rozó mis labios excitandome. Subí mis manos por su pelo y enredé mis dedos en sus rizos, tirando levemente de ellos mientras que Harry dejaba besos duros y húmedos por todo mi cuello, provocandome pequeños gemidos que se escapaban de mi boca entreabierta de placer. Volví a capturar sus deseables labios, con cada uno de sus besos hacía que mi nudo alojado en el pecho mandara unos intensos escalofríos de placer por todo mi ser. Pero de repente paró dejándome muy confusa y aturdida por no sentir el roce de sus labios.

- Samantha, no - Se pasó sus grandes manos por su cara.
- ¿Que pasa? - Pregunté volviendo a coger aire.

Me quité de su regazo, algo de lo que me arrepentí segundos mas tarde cuando vi como abría la puerta del coche y salía. Sentí un miedo enorme, otra vez no.

- ¡Harry! - Grité mientras salía de mi coche hacía él.
- ¡Samantha, para! - Me respondió de mala manera, asustándome -. Esto no debió pasar, no - Le veía casi destrozado.
- ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? - Hace cinco segundos sentía como rozaba el cielo con las yemas de los dedos, sus labios eran lo mejor que había experimentado en mi vida, disfruté y supe que él también lo hizo, sus besos lo demostraron ¿Entonces por qué siempre lo arruinaba todo?
- ¡Eh, eh, chicos! ¿¡Qué pasa!? - Parker apareció por detrás.

Harry se dio la vuelta hacia él.

- Parker, llévala a casa - Habló seriamente Harry.
- Claro, no te preocupes Harry - Dijo Parker.

¿Acaso se conocían? Por como Harry habló y por como Parker respondió supe que así era. Cuando me di la vuelta para volver a mirar a Harry ya había empezado a andar hacia su coche, lejos de nosotros, quise seguirlo pero Parker me agarró de la mano inmovilizandome en el sitio.

- ¡Parker, déjame! - Tiré de mi brazo para quitar su mano, pero no pude -. ¡Quiero ir con él! - Dije desesperadamente.
- Sam, déjalo de verdad, es mejor, vayámonos.
- ¡No! - Seguí con mi intento de liberarme de él, un intento fallido.
- Sam, no lo hagas más difícil - Me agarró de mi otro brazo y me condujo hacia su coche.

Y me rendí de mala gana. Mientras que Parker me llevaba hacia su coche miré hacia atrás buscando a Harry entre los coches, pero ya no estaba, o eso fue lo que yo pensaba.


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domingo, 8 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 3

Durante todo el camino a casa estuve dándole vueltas a la cabeza ¿Qué podía haber hecho yo para que Harry me tratase así? Es decir, jamás me he cruzado con él, ya que creo que si lo hubiera hecho, lo hubiera recordado a la perfección, ignorar a ese hombre me sería demasiado difícil. Entonces ¿Por qué? ¿Qué le pasa conmigo? ¿Por qué me odia tanto? Y ¿Por qué dice que le deje en paz y después me toca como si no quisiera verme marchar? Yo lo pude sentir, su dura caricia aún seguía caliente en mi blanca piel, aun podía imaginar la sensación de sus dedos clavándose en mi duramente y arrastrándose por mi ser hasta mi vientre, juro que pude vislumbrar en sus ojos un deseo, una desesperación... ¿Por no querer soltarme, quizás? No lo sé. Di un fuerte golpe a la parte superior del volante, estoy demasiado frustrada, enfadada y perdida.
Intento relajarme, cojo aire y lo suelto lentamente. ¿Qué podía hacer? ¿Quedarme dándole vueltas al asunto? No, ya que si seguía pensando en él, me iba a volver loca. Así que viré mi coche hacia una carretera polvorienta, cual me llevaba a mi estudio, justo al lado del lago Doonen. Dejé mi coche en el aparcamiento del lago cual en realidad no era un verdadero aparcamiento, pero había cogido esa fama ya que todos aparcaban el coche en este descampado.
Olía a tierra mojada, el cielo cubierto de nubes delataba el por qué. En días así me encantaba ir a mi estudio y pintar, era cuando más inspirada podía llegar a sentirme, claramente, para mi no hay nada mejor que oír una tormenta mientras pintaba. Metí la llave en la cerradura de la puerta y me percaté de que el seguro no estaba echado, eso solo podía significar una cosa, Megan, mi mejor amiga, andaba por aquí.

- ¿Megan? - Grité cerrando la puerta.

No tuve una respuesta así que decidí ir a inspeccionar mi estudio. Paredes altas y blancas, techos descubiertos dejando ver las vigas de madera cuales soportaban el peso, la estancia era muy grande, ya que no tenía apenas pareces por mi pequeña obsesión de querer un lugar amplio donde poder sentirme libre y no agobiada.

- ¿Sabes? Deberías pintarme algún día - Vi a Megan observando uno de mis cuadros terminados apoyados en la pared a ras del suelo.

Su melena rubia caía hacia los lados de sus hombros dejando ver un pequeño y nuevo tatuaje cual no supe descifrar su significado en el momento. Corrí hacia ella y la abracé tan fuerte como pude, hacía mucho que no la veía. Me separé de su abrazo y la miré a aquellos ojos cristalinos.

- ¿Sobre ti? - Me reí caminando hacia una pequeña mesa para soltar mi bolso.
- Puedes pintarme desnuda, así las generaciones siguientes podrán saber lo realmente buena que estuve.

Mis carcajadas resonaron por todo el lugar.

- ¿Y que obtendría yo a cambio?

Se giró hacia mi.

- ¿Qué hay mejor recompensa que verme desnuda?
- Eres tonta, Megan - Me reí de nuevo.

Nos dirigimos a unos sofás que había en frente del gran ventanal tintado de colores, me encantaba este sitio, muchas tardes habría esas ventanas cuales llegaban hasta el suelo y me sentaba en él mirando fijamente el lago al atardecer, podría quedarme ahí para siempre, en esos momento no sentía nada más que tranquilidad.

- ¿Y que estas haciendo en la ciudad? - Pregunté.

Megan había decidido darse un tiempo sabático, era la persona más libre a nivel mental que conocía, ella sola se ponía sus reglas, ella sola se ponía sus límites, para mi, era alguien digno de admirar.

- No sé, me aburrió ese estilo de vida - Se quitó su chaqueta de cuero negra y la tiró al otro sofá, fallando en el tiro y dejándola caer sobre el suelo, sabía que no iba a levantarse a por ella para dejarla de nuevo en su sitio y claramente, no lo hizo.
- ¿Te vas a quedar? - Pregunté ilusionada.
- Posiblemente.

Me ilusioné mucho al recibir esa respuesta, tanto que la abracé y nos caímos hacia atrás en el sofá.

- Cariño, si quieres sexo no hace falta que me mandes indirectas - Habló sin vergüenza.

Me reí de su comentario y me volví a acomodar en el sofá, como antes.

- Bueno, cuéntame cosas sobre tu viaje.
- Sabes que no me gusta hablar de mis historias, me aburren - Se estiró en el sofá y puso sus pies encima de mis piernas cruzadas -. Prefiero hablar de ti.
- ¿De mi? ¿Que quieres saber? - Le pregunté.
- No lo sé Sam, por eso pregunto ¿No tienes nada que contarme?

¿Que si tenía algo que contarle? Deseaba contarle lo muy dolida y confusa que estoy por él... ¿Pero por dónde empezar? Pensará que soy una loca si le digo que no puedo dejar de pensar en un hombre al cual solo he visto dos veces.

- ¿Sam? ¿Samantha? - Me dio con sus pies para hacerme volver al mundo real.
- Eh ¿Qué?
- ¿Y esa cara de frigida que has puesto? - Preguntó.

Me reí de nuevo, pero no tanto como la última vez ya que seguía pensando el Harry.

- ¿Que te pasa Sam? - Volvió a preguntar más seria.

No sabía por donde empezar.

- ¿C-conoces a Harry... Harry Styles? - Pregunté.

Frunció el ceño mirándome atentamente mientras que se incorporaba en el sofá.

- ¿Que pasa con ese? - Me dijo Megan.

Pareció que de un momento a otro sus sentidos se habían puesto en alerta.

- Bu-bueno, pues, mis padres y los suyos se reunieron y le he conocido... pero - Suspiré -. No lo sé, no quiero hablar de él - Negué con la cabeza.

Me observó durante unos segundos con el ceño fruncido.

- ¿Seguro que no quieres hablar de él? - Preguntó seria, a sabiendas de que si quería.
- No, no quiero, me da igual - Mentí.
- Puedo decirte que folla de puta madre - Dijo de repente.

¿Qué? Me quedé en shock ¿Había escuchado bien? ¿Estaba diciendo lo que yo creo que he escuchado? De un momento a otro me levanté furiosa empujando sus pies para quitarlos de mis rodillas. Mi corazón empezaba a acelerarse dolorosamente en mi pecho ¿Cómo podía haberse acostado con él? No, ella no, mi mejor amiga no ¿Por qué? Ahora mismo no se que hacer salvo dar marcha atrás a cada paso que ella da hacia mi.

- Ni te acerques - Grité enfadada.
- Sam, Sam, escúchame - Alzó una mano hacia mi.

Sentía asco, dolor, histeria, no podía mirarla a la cara. Ni si quiera yo era consciente de como me estaba llegando a afectar el saber que Harry se había acostado con otra persona y que esa persona fuese mi mejor amiga.

- ¡Megan, vete, joder! - Impuse.

Puso sus manos sobre mis hombros y me miró intensamente a los ojos, recordándome a Harry.

- ¿Has olvidado que soy lesbiana? - Comentó -. ¿Que no puedo ver a Harry de otra forma que no sea más que para aumentar mi odio hacia el lado masculino?

Me quedé en blanco ante sus palabras. Parpadeé unas cuantas veces antes de si quiera poder articular palabra alguna. La manera en la que me había puesto en apenas segundos era algo insólito en mi, ni si quiera reaccioné de la manera adecuada, fui como un petardo al que se le prende la mecha y explota ante ti sin que te de tiempo a huir. Escapé de su agarre y de nuevo me volví a sentar en el sofá, en silencio durante un tiempo, tan solo con el sonido de las gotas de agua chocar contra mi ventana. Me tapé la cara con las manos y me agaché hasta poner mis codos en las rodillas, realmente sentía que mi reacción fue de locos.

- ¿Estas bien? - Me preguntó Megan.

Respiré profundamente, tomándome mi tiempo necesario para contestar correctamente a dicha pregunta.

- No, Megan, no lo estoy - Suspiré levantado la cabeza.

Se sentó a mi lado y me abrazó.

- Lo siento, Sam - Se disculpó.

Negué con la cabeza. De cierta forma no estaba enfadada con ella, un poco si, pero con quien estaba enfadada de verdad era conmigo misma ¿Por qué me puse así?

- ¿Por qué lo has hecho? - Murmuré.
- Porque quería saber hasta que punto, Harry, te daba igual.

Mis ojos se movieron más allá de la gran ventana, fijando mi vista en el lago salpicado por gotas. Era curioso como todo me recordaba a Harry.

- ¿Y como fue el experimento? ¿Querías valorar lo loca que me puedo llegar a poner? - Vacilé.
- Sam - Me dedicó su tono serio -. Escúchame, él no es tu tipo.

Giré mi cabeza hacia ella ¿Qué él no es mi tipo? ¿Como sabía eso ella?

- ¿Cómo puedes saber eso? ¿Acaso sabes algo de Harry que yo no sepa? - Pregunté.

Suspiró soltándome para reclinarse en el sofá.

- Claro que sé acerca de Harry, por eso te digo que no es tu tipo.

Di un grito ahogado de sorpresa mientras que me levantaba de mi asiento.

- ¿Y cómo es Harry entonces? ¿Por qué no es mi tipo? - Protesté.
- Sam - Volvió a su tono de regaño.

Ya volvía a prender la mecha del petardo, pero me controlé.

- Megan, estoy perdida - Confesé -. Estoy asustada, tan solo le conozco de dos días pero me siento como si le conociera de toda la vida. Me comporto como una desquiciada, pero es que quiero saber el por qué me tiene tanto recelo, quiero saber por qué no me deja acercarme a él y quiero saber por qué siento como algo me atrae hacia él, porque es fuerte esa atracción.
- No eres la primera a la que le pasa - Pensó en voz alta.

Arrugué mi entrecejo. Vi como se ponía tensa en apenas segundos después de su comentario en voz alta. Me acerqué a ella a paso lento, ¿Qué pasaba?

- ¿No soy la primera a la que le pasa? - Pregunté muy confusa.
- A-ah, Samantha, yo no... no voy a ser yo quien hable de la vida de los demás - Se levantó y fue a por su chaqueta tirada en el suelo a paso ligero.

La cogí de la muñeca y le obligué a mirarme parándola en el sitio.

- No me puedes dejar así.
- Samantha, soy fiel a mis principios, lo sabes. No diré nada - Soltó mi agarre.

Caminó rápidamente hacia la puerta, dejándome más perdida de lo que ya estaba. Antes de coger el pomo se giró hacia mi y me miró.

- Prométeme una cosa - Dijo ella.

La miré totalmente desarmada, esperando su comentario.

- Prométeme que no vas a acercarte más a él, por favor - Quizás ella ya supiera mi respuesta, pero lo quiso intentar.

Suspiré y le miré, sin darle respuesta alguna, dejándola marchar. Ahora estaba mucho más perdida que antes. ¿Que pasaba con Harry? Quería respuestas y sabía que las tendría que buscar por mi misma. Quiero saber lo que me ocultan sobre él y aunque me cueste sudor y lágrimas, estaré dispuesta a averiguarlo.


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viernes, 6 de septiembre de 2013

Forbidden - Capítulo 2


No puedo, por más que lo intento, no puedo. Sus labios rojizos y gruesos, sus verdosos ojos, su pelo castaño y rizado, sus músculos tensos al retenerme en la pared, su entrecejo fruncido, su respiración acelerada, su olor... Por más que intento evadirme de ellos no puedo.

Sigo intrigada: ¿por qué hizo lo que hizo? ¿Dónde se metió? Él dijo que se encontraba mal, que estaría en su cuarto, pero ahí no estaba. De todas maneras no quise delatarle ante sus padres, pero me remordía la conciencia pensando en que quizás si debía de haberlo hecho, aunque ciertamente, no lo sé, estoy perdida en un pozo sin fondo.

Cierro mis ojos, tan solo siento oscuridad. Por segundos le imagino a mi lado, imagino su cuerpo pegado al mío, acariciándome, provocándome un intenso escalofrío por mi pecho al pasar mis manos sobre él pensando en que son las grandes manos de Harry quien lo hace. Abro los ojos rápidamente buscando el interruptor de la luz a ciegas entre la oscuridad, lo encuentro y lo pulso para sumir mi habitación en una tenue luz. ¿Qué me está pasando?



- Samantha, para - Me digo a mi misma, intentado relajar mi respiración.



Unas malditas horas a su lado y un encuentro salvaje en el pasillo han sido lo único que ha necesitado para tenerme obsesionada con él. ¿Por qué? Quiero una explicación lógica. Jamás me había pasado esto con nadie y empezaba a asustarme toda esta situación.

Alargué un brazo hacia la mesita de noche y apagué la luz, pensaba que lo mejor era no pensar tanto en él, mejor sería dormir, quizás si dormía todo se iría.

Pero aquella noche no pude dormir.







- Si, aja... Claro, el martes a las tres - Mi madre daba vueltas en la cocina preparándose un café mientras atendía una llamada -. ¿Hoy? ¿Pero cuando? ¿Ahora? No puedo, me es imposible.



No sabía con quién estaba hablando ya que cuando decidí levantarme de mi cama sin ganas y bajar para desayunar, ella ya había empezado la conversación telefónica. Tampoco es que me importase mucho con quién estuviera hablando, pero estaba deseando que colgase para pedirle dinero, ya que me moría de ganas por ir a un concierto y estaba sin blanca.

Intenté llamar la atención de mi madre levantando las manos y haciéndole gestos para que colgase el teléfono, cuales ella ignoró.



- ¡Mamá! - Me quejé.

- Sam, ahora no puedo.- Articuló tapando con la mano la parte de abajo de su teléfono.



Recogió las cosas mientras que siguió hablando e ignorándome. Decidí rendirme hasta que colgase el teléfono, tampoco la quería hacer enfadar. A los diez minutos dejó el teléfono en la mesa de la cocina. Por fin, ahora era mi turno.



- Mamá, quiero ir a un con... - Mi madre me interrumpió como si no supiera que ya le había empezado a hablar.

- Sam, cariño ¿me puedes hacer un favor?



Me quedé algo confusa ¿Un favor? Supuestamente era yo quien le iba a pedir algo. Asentí con la cabeza y la seguí mientras cruzaba el pasillo para ir a una pequeña sala con un escritorio donde ella se pasaba la mayoría de las veces que estaba en casa, se sentó y abrió el portátil que tenía en la mesa.



- Verás, esto es muy importante, así que presta mucha atención - Dijo escribiendo la contraseña del portátil -. ¿Recuerdas donde estaba la casa de la familia Twist?



Parpadeé unas cuantas de veces ante los flashbacks que se amontonaban en mi mente de la noche anterior. Otra vez Harry no, por favor.



- E-eh, si... creo que si - Dije insegura.

- Bien, pues necesito que lleves unos papeles a su casa.

- ¿Yo? ¿Qué? ¿Por qué? - Abrí los ojos lo más que pude.



¿Volver a la casa y encontrarme a Harry? ¿Estaba de broma? No quería volver a encontrarme con él. Se supone que ya no le iba a ver más. No, no quiero.



- Sam, por favor, es importante que se los lleves, lo haría yo, pero no puedo, tengo que ir a la oficina con papá para arreglar unos cuantos asuntos - Se levantó y bajó la pantalla del portátil.

- Pero... - Mi madre me volvió a interrumpir.

- Solo serán cinco minutos, es darle estos papeles y volver - Me entregó una carpeta blanca cual yo acepté después de dudarlo por un par de segundos.



Suspiré a modo de derrota.



- Esta bien, mamá.

- Gracias cariño, por cierto, ¿qué era lo que querías?



Negué con la cabeza y encogí los hombros, seguramente ella no tendría tiempo para escucharme si iba tan atareada, ya la pillaré en otro momento de relax.

Me dirigí hacia mi habitación, entré y cerré la puerta, cosa que se había convertido en una costumbre el mantener la puerta cerrada de mi cuarto. Está bien, no tenía por qué ponerme nerviosa, quizás Harry no estaba en la casa, que sería lo más probable, ya que escuché que tenía otra casa, así que no había mucho de lo que preocuparse. Tan solo eran cinco minutos, tan solo cinco minutos.

Abrí el armario para decidir la ropa que iba a llevar: unos shorts vaqueros y una camisa ancha de un grupo de música no muy conocido, pero a mi me encantaban. Después de vestirme salí hacia el cuarto de baño para peinarme dejándome el pelo suelto, gracias a Dios no se me había puesto como otros días cual parecía que tenía complejo de león. Me miré por última vez en mi espejo revisando centímetro a centímetro mi cara que delataba el cansancio que llevaba a hombros por no haber dormido apenas la noche anterior.





Aparqué mi coche justo delante de la enorme casa, de día parecía aun más grande. Subí mi ventanilla, cogí mi bolso y la carpeta blanca del asiento de al lado, y me propuse a salir del coche. Pero no podía. ¿Y si Harry está aquí? Sé que no debo de pensar así, pero ¿qué voy a hacer si me lo encuentro? Agité mi cabeza y empujé la palanca de la puerta para abrirla. Lo que haré será resolver mis dudas.

El pulso casi me temblaba cuando le di al timbre de la casa. El tiempo que tardaron en abrirme lo invertí en mirar hacia el jardín: el césped verde era como un salón recreativo para el gran perro que me observaba desde su caseta, la verdad es que tener los ojos negros de un ser tan grande mirándome no hacía sino que la tensión aumentara en mis adentros.

Oí como la cerradura se abría y con ella la puerta, volví a dirigir mi vista nerviosa hacia la casa y para mis nervios, quien me abría la puerta, fue Anne.



- Hola cielo - Me tendió una mano sonriente.

- Hola señ... - Rectifiqué al pensar en que no quería ser llamada de tal manera -. Eh, Anne - Sonreí tímidamente.

- Pasa, pasa - Me abrió las puertas y señaló hacia adentro.



Y de nuevo estaba en aquella casa, puedo asegurar que tenía todos los sentidos alertados por si veía a Harry.



- Tu madre me ha dicho que vendrías - La seguí hacia su despacho -. ¿Está trabajando?

- Si, justo se ha tenido que ir con mi padre a las oficinas - Mis ojos buscaban a Harry.



Entramos en su despacho, cual era realmente grande, o quizás fuese una ilusión óptica al no tener pared, sino un gran ventanal que hacía conectar el despacho con el jardín trasero.

Mi vista se había fijado mas halla de aquellos ventanales, estaba demasiado embobada con una moto que estaba aparcada en aquél patio, como para oír a Anne hablar de los papeles al revisarlos. Era realmente hermosa y llamativa, no sabría como describir esa moto, pero con tan solo verla sabía que estaba por encima del resto. Tenía un diseño alargado y bajo, su estilo me recuerda algo a los años setenta u ochenta, con el asiento de cuero negro contrastando a la perfección con todos los materiales plateados que la componían.



- ¿Samantha? - Anne me devolvió al mundo real.

- E-eh ¿si?

- ¿Te pasa algo? - Preguntó a la vez que se levantó cogiendo la carpeta.

- No, no se preocupe.

- Vale cielo, voy a imprimir unos papeles para que se los des a tus padres ¿Si? Ahora vuelvo.



Vi como se iba, dejándome a solas en aquel despacho tan grande. No podía separar la vista de aquella moto, realmente llamó mi atención. Caminé más cerca de la ventana para observarla mejor y al hacerlo me percaté de que la puerta corredera estaba encajada... Quizás no debí salir al patio sin permiso, pero había algo que me atraía a aquella moto cual me transmitía una sensación de peligro y de curiosidad. De cerca parecía aun más imponente, mucho más.



- No te acerques más - Susurró una voz grave justo detrás de mi.



Y vuelvo a sentir como el corazón me da un giro, vuelvo sentir como el pecho me sube y baja de una manera muy agitada que no puedo controlar, la adrenalina recorre mis venas con tan solo imaginar que está detrás de mi, es él. Dudo por unos instantes en darme la vuelta, pero lo hago, fijando mi vista en sus deseables labios entreabiertos, mis ganas de morderlos son realmente fuertes.



- ¿Que haces aquí? - Preguntó con su lenta y ronca voz.



No me puedo creer lo cerca que vuelvo a estar de él, apenas nos separan diez centímetros y ninguno de los dos hace nada por separarse lo más mínimo, me siento como en una burbuja. Noto la presión de mi pecho expandirse cuando me percato de que tiene una camisa de cuadros rota por los brazos y todos sus botones abiertos, dejando ver su torso bronceado lleno de tatuajes. Quiero tocarle, deseo tocarle desesperadamente. Muerdo mi labio inferior intentado retener mis ganas de acercarme. Levanto lentamente mis ojos, recorriendo cada centímetro de su perfecto rasgo, hasta sus imponentes ojos verdes clavados en mi, mirándome de la misma forma en la que me miró cuando me retuvo contra aquella pared.



- ¿D-de quién es? - Ni si quiera podía articular una palabra bien, este es el efecto de Harry, te obsesiona de una manera en la que solo piensas en sus perfectos ojos y lo demás sobra.



Arrugó más el ceño confundido, pero sin bajar la guardia.



- La moto, digo - Intenté relajarme mirando hacia otro lado, pero él no apartaba su vista de mi.

- Es mía - Su voz sería me encantaba.

- No imaginé... bueno, que las motos te gustasen -realmente es así, no imaginaba a aquel chico elegante de anoche le pudiesen gustar este tipo de cosas  algo tan peligroso, aun que claro, pensándolo mejor, encaja perfectamente con su carácter rudo.



Sin que yo me percatase alzó una mano hacia mi barbilla y la giró hacia él, de nuevo, obligándome a mirarle. El tiempo que tardó en contestarme me pareció eterno. Tan solo me miraba a los ojos y mucho más cerca que antes.



- A veces las personas no son lo que realmente aparentan - Susurró.

- ¿Dónde estabas la noche anterior? - Pregunté al instante consumida en nervios.

- Lejos.

- Harry - Susurré -. Dímelo.

- Te dije que no te acercaras más a mi.

- Eres tú el que me tiene sujetada cerca de ti - Por fin salió mi furia.



Relajó su entrecejo lentamente y sonrió alargando el lado izquierdo de sus labios un poco más que el otro. Ay Dios, ¿qué hace? El corazón me golpea fuertemente el pecho y mi respiración alcanza velocidades peligrosas. Por favor, que guapo.



- ¿Quieres que te suelte? - Preguntó.



Mi respiración era demasiado pesada en aquellos momentos y él no hizo más que aumentar el ritmo  con esa pregunta. ¿Quería que me soltase? Por dios, que no lo haga. Lentamente bajó su mano por mi cuello, casi arañándome con las yemas de sus dedos, provocándome. Siguió con sus caricias duras hasta mi pecho y bajó sus grandes manos hacia mi vientre para luego separarse de mi. Había aguantado la respiración todo el momento involuntariamente y cuando me percaté de ello fue demasiado tarde para recomponerme, él ya se había dado cuenta de ello, quizás fueron sus ojos hipnotizantes cuales me obligaron a centrarme en solo en Harry, olvidándome de todo. Aun seguía sintiendo el hormigueo de sus caricias sobre mi cuello y pecho.



- Cuando te digo que te alejes de mi, es porque realmente no quiero tenerte cerca - Susurró casi con un ápice de dolor en sus palabras.



¿Qué? ¿Por qué?



- Harry... - Me interrumpió.

- No se por qué has venido, pero va siendo hora de que te largues.



Se alejó de mi para cubrir la moto con una tela que había dejado en el suelo. Se negaba a mirarme ¿Por qué? Realmente estoy perdida ¿Pero qué demonios le hice yo para que me tratase así? Es injusto que sea tan borde conmigo, que me trate tan mal... Pero sobre todo es injusto que cuanto más intenta alejarme de él más ganas tengo yo de acercarme, es insano lo que me hace sentir con tan solo dos cruces en nuestras vidas.



- Sigo pensando que eres un imbécil - Le contesté muy enfadada.



Ni si quiera se dignó a mirarme, simplemente levantó los hombros de espaldas a mi, admitiendo que lo que pensara de él le importaba bastante poco. Este hombre estaba empezando a agotar mi paciencia, resultaba insoportable.

Respiré hondo y me fui a paso ligero de nuevo hacia la casa, tenía ganas de salir de ahí, tenía ganas de llorar, de chillar, dios, estaba tan frustrada.



- ¡Sam! - Anne apareció por las escaleras mientras que yo las cruzaba para ir a la salida.



Me quedé en el sitio y me volví hacia ella.



- ¿De verdad que estás bien? - Preguntó muy preocupada.



Asentí, apenas era capaz de hablar.



- Vale, cielo - Me acarició un brazo y me sonrió, sus gestos me recordaron a la sonrisa que Harry me había dedicado -. Toma los papeles para tus padres, es muy importante que se los des.

- Si - Los cogí.



Me acompañó hacia la puerta principal y se quedó ahí hasta que puse el motor en marcha y arranqué. Antes de salir de su calle miré por el espejo retrovisor y para mi sorpresa, Harry, me estaba observando.




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Forbidden - Capítulo 1


Me siento como si pudiera volar en este mismo momento, noto las frías corrientes de agua llevándome a su antojo. Mi cuerpo desnudo se hunde más en aquel lago congelado a causa de la gravedad, no lucho, no intento volver a la superficie, tan solo me dejo llevar. Por encima de mi veo una nube de pompas un poco antes de que mi pelo tapase mi visión como algas enredándose en mi rostro. Agito mi cabeza, alzo los brazos y muevo los pies pateando el agua a gran velocidad hacia la libertad. Inundo mis pulmones con una gran bocanada de aire puro. Mi cuerpo se mantenía en movimiento debajo del agua mientras mi cabeza se alzaba por encima de ella observando todo el maravilloso paisaje: un atardecer anaranjado, montañas oscuras a lo lejos enmarcando el bonito lugar, casas modernas salpicadas al rededor y un bosque rodeando los lugares más próximos de lago, sin duda era un lugar perfecto donde me encantaba perderme para huir de problemas, para buscar inspiración o tan solo por el placer de estar sola.

El sol cayendo entre las montañas era una señal para mi, pronto debía marcharme a casa, así me lo había dicho horas antes mi madre. Nadé hacia la orilla, observaba que nadie estuviera cerca de mi ya que estaba desnuda. Campo libre. Salí del agua, corrí hacia mi toalla tirada en el suelo, la sacudí y cubrí mi cuerpo con ella. El frío aire pasaba a través de mis piernas aun mojadas causándome un escalofrío que recorría mi cuerpo entero. Quise salir de ahí cuanto antes, estaba anocheciendo y no me gustaba andar por aquí de noche sin la compañía de otra persona. Me puse el vestido con rapidez, metí la toalla en la mochila y me calcé en mis vans algo desgastadas. Mientras que me amarraba los cordones oí un crujido de ramas por detrás de mi, volví mi cabeza casi al instante y observé todo a mi alrededor, casi reteniendo mi respiración, pendiente de cada detalle que me podría alertar de que no estaba sola.



- ¿Hay alguien ahí? - Giré mi cuerpo al completo hacia el mar de arboles que se amontonaban justo de donde provenía el sonido crujiente de las ramas.



Observé un poco más pero no había rastros de otra persona, quizás solo fuera un animal, no lo sabía, pero tampoco iba a perder mucho tiempo en averiguarlo ya que tenía prisa. Cogí mi mochila del suelo y emprendí mi camino hacia la salida del lago. La casa de mis padres estaba cerca de aquí, así que no me llevé mi coche, a demás me gustaba andar. Noté que mi móvil sonaba en mi mochila, corriendo lo cogí y lo atendí sin ver quien era.



- ¿Diga? - Pregunté.

- Hija ¿Te falta mucho? - Mi madre por la otra línea preguntaba inquieta.

- No, no mamá, ya voy de camino.

- Date prisa, hemos quedado a las nueve, no lo olvides.

- ¿Cómo lo voy a olvidar si no haces nada más que recordármelo? - Protesté riéndome.

- Sabes que es importante para tu padre y para mi quedar bien ante esta familia.



Resoplé mientras miraba al cielo casi oscurecido.



- Lo sé - Admití -. Mamá, te dejo, ya estoy llegando, hasta ahora - Colgué.



Retuve mi móvil entre las manos, por una extraña razón sentía que alguien andaba detrás de mi. Me giré un par de veces, pero no había nadie, estaba empezando a pensar que el frío me había afectado a la cabeza. Anduve a paso ligero por la gran avenida llena de casas hasta encontrar la de mis padres, subí los tres escalones principales, saqué mis llaves del pequeño bolsillo trasero de la mochila y encajé una de ellas en la cerradura para hacerla girar. Mi sorpresa fue encontrarme a mi madre en la entrada cuando abrí la puerta, parecía muy enfadada por cómo me miraba, sus ojos clavándose en mi seriamente y sus labios haciendo un arco hacia abajo. Sabía que no iba a escapar muy bien de esta.



- Tienes media hora para ducharte y arreglarte.



Bien, nos hemos saltado los preliminares de «Hola hija, ¿dónde estabas? por fin estas aquí» y eso no era muy buen comienzo de la conversación, que digamos. Asentí con la cabeza mientras cerraba la puerta, pasé delante de ella con una sonrisa para calmarla, cual no tuvo el efecto que creía que iba a causarle. No sirvió para ponerla de mejor humor, así que decidí marchar hacia el cuarto de baño para cambiarme. Me duché lo más deprisa que pude, igual hice cuando me vestí, tan solo cogí lo primero que vi elegante en mi armario y me lo puse: un corto vestido rojo intenso, algo holgado, pero el cinturón que tenía debajo del pecho hacía resaltar de una manera extrañamente sexy mis curvas, busqué mis tacones de botas negros por debajo de mi cama, los encontré y rápidamente me los puse.



- ¡Te has pasado de la media hora! - Gritó mi madre desde abajo.



Corriendo me puse en pie y fui de nuevo al servicio para retocarme un poco, me puse un poco de rímel en los ojos y un brillo de labios, si hubiera tenido algo más de tiempo quizás hubiera echado mano del colorete y de la sombra de ojos, pero no podría. Cerré rápidamente el bolso con mis pinturas y lo tiré en mi cama, cerré la puerta y bajé hacia donde mis padres me esperaban. Mi madre estaba ajustándole la corbata a mi padre cuando me reuní con ellos. Giró su cabeza hacia mi y me escrutó con la mirada de arriba a bajo, frunciendo el ceño cuando llegó a mi cara. Ay no, no quiero más peleas...



- ¿Y ese pelo? - Me preguntó.



Alcé mi mano libre al pelo, no me había dado tiempo a secarlo, tan solo a peinarlo.



- Solo me has dado media hora - Refunfuñé.

- Cincuenta minutos - Rectificó mi madre.

- A ver - mi padre entró en la pelea -. No hay tiempo para discusiones, venga, vayámonos.



Seguí a mis padres hacia el coche, abrí la puerta trasera y me senté esperando a que mi padre pusiera el motor en marcha. Una vez habíamos salido de nuestra avenida nos adentramos en un camino con campos de cultivos a los lados, sinceramente no me gustaría andar por esos sitios yo sola, daban bastante miedo. Bajé mi ventanilla un poco para que entrara el aire y de repente el estruendoso e insoportable rugido del motor de una moto pasó por nuestro lado a gran velocidad, a los pocos segundos pasaron otras dos y a la tercera no tuve más remedio que subir del todo la ventanilla.



- ¡Malditos! - Mi padre protestó dando un golpe en el volante -. ¿No saben a la velocidad que van?

- Tranquilo Zak - Mi madre calmó a mi padre.



Suspiré profundamente mientras miraba de nuevo a la ventana, sinceramente y aunque estuviese mal, no me habría importado irme en una de esas motos, lejos de aquí ya que no quería ir a ninguna estúpida cena ni conocer a nadie, me sobraba con la poca y amable gente que conozco. Pero esta vez no era cuestión mía, sino de mis padres.

Aparcó el coche justo delante de una casa muy lujuriosa, casi como la de mis padres. Salí del coche sin dejar de mirar la fachada blanca de aquella mansión.



- Sam - Mi padre me llamó la atención mientras que se acercaban a la puerta.



Me apresuré con ellos. Mi madre parecía un poco más relajada, un poco, solo un poco, aun tenía nervios, cosa que era comprensible por la situación. Llamaron al timbre y en menos de un minuto una pareja nos abrió la puerta. Saludaron a mis padres muy sonrientes, parecía que estaban muy contentos por tenerles ahí con ellos.



- Esta es nuestra hija, Samantha - Mi padre me presentó a la pareja.

- Hola, encantada - Les tendí una mano mientras que les sonreía amablemente.

- Estos son el señor y la señora Twist - Mi padre siguió con el acto de presentación.



La mujer me pareció preciosa a primera vista, sus ojos grandes celestes contrastaban con su oscuro pelo, sus fracciones aun definidas hacían que fuese aun más hermosa.



- Hola Samantha, encanada igualmente - Me devolvió el saludo.

- Oh, puede llamarme Sam, si usted quiere.

- Lo haré si no me tratas de usted - Me guiñó el ojo divertida - Me hace sentirme mayor, llámame Anne -.Su sonrisa le hacía parecer años más joven.



Asentí sonriéndole. Entramos a la casa, que si antes por fuera me parecía enorme, por dentro me parecía gigantesca. Pasamos al salón decorado con tonos grises y cremas, la verdad es que me pareció un lugar muy acogedor, parecía muy hogareño aun siendo tan grande.



- ¿Y vuestro hijo? - Preguntó mi madre.



¿Hijo? ¿Qué hijo? A mi nadie me había dicho nada de que tuviera que enfrentarme a un crío, aunque la pareja me había caído muy bien no quería pasar la noche al lado de su hijo, más críos adolescentes repelentes no, por favor, odiaba a esos críos de familias adineradas que se creen muy chulos solo por tener padres que le consienten todo.



- Pues no lo sé - Anne se sacó el móvil del pantalón - Le he dejado un par de mensajes, pero no me ha contestado - Podía vislumbrar preocupación en sus ojos.

- Ya sabes como es el niño, estará bien cariño - Su marido, Robin, le calmó - Ahora empecemos a picar algo, ya empiezo a tener hambre.



Todos nos reímos al escuchar esa frase de Robin. Anne se guardó el móvil en su pantalón y nos dirigió a la mesa donde estaban todos los platos colocados en fila. Nos pusimos al rededor de ella para picar algo antes de comer. Yo sostenía en mi mano derecha un baso con cocacola mientras que todos los demás tenían alguna bebida con alcohol, quizás si supieran que yo bebía no me hubieran visto del mismo modo de niña inocente, puesto que no lo soy.

Estaba escuchando la conversación de mi madre con Anne cuando de repente sonó las llaves de la cerradura en la puerta principal, miré a Anne que se había levantado y andaba a paso ligero hacia la puerta.



- Hola cielo - Escuché su voz desde lejos - Llegas muy tarde ¿Dónde has estado?



Miré a mi madre, horas antes había pasado lo mismo en mi casa, pero ella en vez de ser tan dulce como lo fue Anne se limitó a hablarme con enfado.



- Lo siento, no fue mi intención - Habló una voz grave, no parecía para nada la de un crío, para nada -. Salí a dar una vuelta, no me di cuenta de la hora y ya que andaba cerca de mi casa me quedé ahí para cambiarme.

- Nos tenías preocupados.



Sus voces cada vez eran más notables y sin saber porqué mis nervios iban en aumento ¿Que me pasa? Mi madre se levantó de mi lado y fue a la entrada del salón para recibir al hombre que había entrado en la nueva aula donde nos encontrábamos. Apenas pude pestañear el suficiente tiempo como para descubrir una figura alta detrás de Anne.



- Mirad quien ha venido - Se echó hacia un lado dejando a el chico a nuestra vista.



Puedo jurar que el mundo se me ha parado en este mismo instante, mi corazón ha dado un vuelco de trescientos sesenta grados y se ha enredado en mi garganta, haciendo que mi respiración se complique como jamás antes lo había hecho. Un chico moreno con el pelo casi rizado a los bordes de la cara, con un tupé hacia atrás hecho con el flequillo que le caía en la frente, unos grandes ojos preciosos que casi me atrevo a decir que son verdes, aunque esté lejos puedo casi notar el color distinguido de ellos, esa boca entreabierta enseñando unos dientes perfectos, blancos y rectos enmarcados por unos labios gruesos y rojizos, dios, necesito aire, la boca se me seca y no soy capaz de articular mi brazo para beber un trago de cocacola, por favor ¿que me pasa? Sus ojos estaban posados en mis padres cuando de repente Anne le cogió del brazo y me señaló.



- Ella es Samantha - Anne le indicó.



Su mirada cambió al completo, sus ojos hicieron un rápido recorrido desde mis pies hasta mi cara, provocandome un intenso escalofrío, parecía... asustado, fugazmente lo vi en sus ojos. Tragué saliva inconscientemente cuando vi su paso hacia mi. No voy a negar que yo también le escruté de arriba a bajo; sus zapatos algo desgastados de cuero marrón pegaban a la perfección con sus pantalones ceñidos a sus piernas y su camisa de seda desabrochada por los cuatro primeros botones y eso que tiene en el pecho ¿es un tatuaje? Dios, ser tan jodidamente sexy debería de ser ilegal. Note que los demás volvían a sus conversaciones, dejándonos al chico desconocido y a mi tiempo para intimar.



- Harry Styles - Me tendió una mano con una sonrisa que pudo derretir mi corazón en segundos.



Fijé mi vista en su mano, era enorme.



- Sam... - agité delicadamente mi cabeza -. Qu-quiero decir...  Samantha, Samantha James - Le devolví el apretón, casi sentí un hormigueo en la mano mientras que le estaba tocando.



Abrió más los ojos mientras sonreía divertido ¿Que ha pasado? ¿Tengo algo en la cara?



- Buen apretón - Soltó mi agarre.

- Oh, lo siento - Bajé mi cabeza algo avergonzada.



Él alzó los hombros dándome a entender que no pasaba nada, me dedicó una última sonrisa y se giró hacia su madre que nos estaba mirando muy sonriente. Nos dirigimos a la mesa y nos sentamos cada uno en nuestros respectivos sitios, mi padre y mi madre al juntos que justo enfrente tenían a la pareja Twist que a la vez tenían a Harry al lado, cual me tenía delante de él.



- ¿Que os parece si el martes quedamos en las oficinas de Zak para firmar los papeles? - Mi madre preguntó.

- Si, estupendo - Robin contestó sonriendo.

- Por mi no hay ningún problema - Anne comentó.



Apenas estaba atendiendo a la conversación de mis padres, sentía los ojos de Harry descaradamente proyectados sobre mi, me hacía sentir muy incómoda, mucho.

 Por dios, no me mires.



- Perdonad ¿Dónde está el servicio? - Pregunté interrumpiendo la conversación con una sonrisa nerviosa. Tengo que despejarme pues no estoy acostumbrada a sentir eso, jamás me había pasado con alguien.

- En el p... - Harry interrumpió a Anne.

- Ya se lo enseño yo - dijo desvergonzado -. Y de paso traigo más vino -cogió la botella mientras que sonreía a Robin.



¿Qué? No, Harry no, si me voy al servicio es porque necesito estar dos segundos lejos de ti antes de que me de algo. Mis súplicas mentales para que se quedara en su sitio no valieron de nada. Seguí a Harry por detrás, guiándome fuera de la sala. Entramos por un pasillo muy estrecho y largo. Cuando se dejaron de oír las voces de nuestros padres Harry se dio la vuelta hacia mi y bruscamente me empujó contra la pared sujetándome las muñecas con una sola mano por detrás de mi espalda.

 ¿Pero qué coño?



- ¿Qué haces? ¿Estas loco? - Protesté enfadada sin poder mirarle a la cara.

- Mírame - Impuso él.



No me podía creer lo que estaba haciendo, un completo extraño me había acorralado en segundos y me estaba inmovilizando con una sola mano, la fuerza de este hombre es brutal. ¿Qué le había pasado? Hace unos minutos había sido tan lindo y ahora me tiene empotrada en la pared cual bestia. No entiendo nada, ¿pero por qué hace esto?



- Sueltame Harry. -Me removí intentando escapar, pero lo único que provocaba era que su agarre fuese más fuerte y que me dolieran más las muñecas. Pero de una manera extraña no quería que él me soltase.



- Mírame Samantha - Gruñó.



¿Quien se creía que era para darme ordenes? ¿La guapura se le ha subido a la cabeza o qué? Alcé mi cara, decidida a mirarle con desprecio y así fue durante los primeros dos segundos, antes de que sus ojos se clavasen en los míos. Mi corazón se acelera de un modo incontrolable al perderme en su veta verdosa, estaba tan cerca de mi piel que casi notaba su aliento pesado en mi pecho, involuntariamente me mordí el labio por mi frustración, ahora mismo le quiero dar un puñetazo en la cara por ser tan bruto conmigo, pero a la vez no quiero que deje de serlo. ¿Por qué? ¿Qué me está pasando? Harry no dejaba de mirarme con el entrecejo fruncido, y dios, que sexy esta ahora mismo.



- Mierda - Resopló soltándome de mala gana - Lo sabía.



Mi reacción fue cogerme mis muñecas y acariciarlas para aliviar el escozor que Harry me había provocado. Será capullo, me hizo daño.



- ¿Sabías? - Pregunté enfadada -. ¿Qué sabías?



Harry andaba hacia la salida del pasillo pero rápidamente le cogí del brazo y le obligué a darse la vuelta para mirarme.



- ¿Pero quién te crees que eres? Me has hecho daño y encima te enfadas conmigo - Hablé con incredulidad - ¿Que coño pasa contigo?

- No te me acerques - Habló bajo cogiéndome de una muñeca - Esto, por tu bien, nunca ha pasado.



¿¡Qué!?



- Si crees que me vas a acojonar lo llevas claro - Me solté de su agarre enfadada y me di la vuelta, proyectando mis pasos hacia el salón.



Tenía ganas de volver y darle ese puñetazo que se merecía, jamás me habían tratado de esa manera, será imbécil. ¿Pero por qué ha sido tan borde conmigo? Si hace cosa de diez minutos que le conozco. Lo único que se me ocurre ante eso es que debe de tener un problema mental, ¿pero por qué hizo eso? Respiré profundamente antes de entrar en el salón, no podían verme de mal humor, no quería arruinarles la noche a mis padres. Era su gran noche de negocios. Volví a mi asiento mientras que mis padres hablaban con la pareja, sumidos en sus conversaciones, ajenos de lo que Harry y yo habíamos tenido en el pasillo hace escasos minutos. Mientras que me sentaba miré el asiento vacío de él justo delante de mi, pensé que en cualquier momento podía volver y eso hacía que mis nervios flotasen de nuevo. Pero por otra parte... por otra parte ansiaba volver a tenerle cerca ¿Por qué? Debería odiarle... pero en vez de eso estoy deseando que entre por esa puerta y que se siente a mi lado. Mi frustración en estos momentos es demasiado para mi.



- Perdonad - Harry asomó su cuerpo por la puerta del salón -. No me encuentro muy bien, creo que me voy a ir a descansar.



Que bien mientes Styles. Será cobarde por no enfrentarse a esta situación. Seré cobarde por no poderle mirar.



- ¿Que te pasa cariño? - Anne se levantó nerviosa y se acercó a su hijo.

- La cabeza... tan solo quiero descansar un poco.



Se despidió de nosotros y se perdió detrás de la puerta del comedor, apenas me digné a mirarle, no podía, quería, pero no podía. No hable en toda la noche, seguía escuchando las conversaciones como un sonido distorsionado, tan solo pensaba en él, en Harry. Me había pillado muy fuerte por él, aparte de que no podía dejar de pensar en la situación de antes. Esos ojos verdes han sido mi perdición, ese pelo oscuro mi debilidad, esa voz grabe y su cuerpo... todo él debía estar prohibido, tanta perfección lo debía estar. Sus actos violentos hicieron que tuviera ganas de arremeter contra su ser, aunque no niego que por unos momentos, mientras que le miraba a los ojos, no quería que me soltase. La velada casi estaba acabando y yo estaba deseando de irme para no encontrarme nunca más con él.



- Anne, ha sido un placer - Mi madre le agradeció.

- El placer ha sido nuestro - Contestó risueña -. Sam.



Me volví cuando oí su voz.



- ¿Si?

- Ha sido un placer conocerte, eres una jovencita muy guapa.



¿Por qué tu hijo no puede ser la mitad de amable que tú?



- Gracias - Sonreí.



Nos dirigimos hacia la salida. Estaba muy ansiosa ¿Harry bajaría para despedirse? Cuanto más nos acercábamos al coche mis temores se hacían más grandes, no iba a bajar. No podía quedarme ahí como una tonta, quería mis respuestas y si no le voy a volver a ver jamas tendría que saber el por qué hizo lo que hizo. Tenía que verle por última vez. Tenía que hacer algo.



- ¡Esperad! - Alcé mis manos.



Los cuatro adultos delante de mi se pararon para mirarme.



- Creo que me he olvidado una cosa en el cuarto de baño - Me inventé cogiendo mi bolso entre las manos.

- ¿El qué? - Mi madre preguntó.

- A-ah... e-el brillo de labios -rebuscaba dentro del bolso para hacer de mi interpretación algo creíble . Si, un momento ahora vuelvo.



Corrí de nuevo hacia la casa, maldije por dentro ¿cómo se supone que voy a encontrar la habitación de Harry si el sitio es enorme? Suponía que debía de estar en la parte de arriba, por lo cual las subí. Había cuatro puertas blancas, pero me decidí por la que estaba más lejos ya que en aquella había pegatinas de cromos arrancadas y un poster en pequeñito. Mi mano dudó en tocar cuando llegué a la puerta, decir que estaba nerviosa no correspondía a lo que realmente sentía. Llamé un par de veces pero nadie me contestó, quizás estaba dormido así que decidí dar marcha atrás. Pero no, él casi me había dejado sin muñecas, por lo cual me daba igual que pensase que soy ruda. Llamé de nuevo pero nadie me contestó así me armé de valor y abrí la puerta para descubrir un cuarto sumido en la oscuridad, totalmente vacío... ¿Y Harry?






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