One Direction Novelas



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domingo, 25 de mayo de 2014

Forbidden - Capítulo 39

   Soy consciente de la presencia de Harry en la habitación a pesar de que mis ojos están cerrados por el cansancio que abarca todos y cada uno de los lugares en mi cuerpo. El continuo sonido del monitor cardíaco es lo único que me hace saber que aún sigo despierta y que, por ahora, no he caído en las garras del sueño. Llevamos muchísimo tiempo esperando sentados una respuesta en Parker, pero no da señales de recuperación, justo como nos había dicho horas antes el doctor. Había interrumpido en la sala de espera justo en el momento cual Megan iba a abrir la boca para soltar mi tan ansiada respuesta, pero todo aquello quedó en un segundo plano cuando lo vi entrar nombrando a los familiares y amigos de un tal Alex, Alex Parker. Mi cuerpo reaccionó al segundo, elevé mi vista hacia el médico con la mínima esperanza de encontrar tranquilidad y seguridad en su rostro, pero nada fue así. Los tres nos levantamos y salimos a un lugar más apaciguado de gente y de televisores estruendosos.
    -¿Sois familiares del paciente? -Dijo el doctor sacando un bolígrafo de su bolsillo superior en su bata blanca impoluta. No mostraba signos algunos de felicidad ni de alerta, estaba completamente serio y eso no me ayudaba.
    -Si -Harry pronunció antes de que yo pudiese hablar. ¿Por qué ha dicho eso?
   Él vio por el rabillo del ojo lo descolocada que me había dejado, ¿por qué tenía que mentir? Suspiré para mis adentros y pensé en seguirle el cuento a Harry, seguramente no me convendría ser un estorbo.
   El médico asiente y anota algo en una ficha sujeta a una carpeta. Esto me pone nerviosa, quiero saber algo de mi amigo ya.
    -¿Cómo está Parker, doctor? -suelto. ¿Por qué me tendría que aguantar?
   Deja de escribir letras ilegibles y me mira por encima de sus pequeñas gafas. Sus ojos hundidos por el cansancio le hacen parecer más viejo de lo que seguramente es.
    -La verdad es que por ahora no hay buenas nuevas, aún sigue en observación. En el peor de los casos puede tener hemorragias internas, un traumatismo craneoencefalico...-Megan le interrumpió.
    -¿Qué es eso? -Habló con temor.
    -Pues que de los múltiples golpes provocados por... -el doctor hizo una pequeña pausa para repasar nuestras caras desorientadas en busca de una respuesta a su frase sin terminar-. ¿Quizás una pelea? -siguió el doctor y vi como Harry apretaba su mandíbula, estaba tenso -. Es lo que más se le asemeja y si es así, los golpes que le hayan podido dar en la cabeza puede incluso haberle provocado una fractura de algún hueso del cráneo.
   Mis manos instintivamente fueron a parar a mi boca y un quejido para retener las lágrimas salió ahogado de mi garganta. Parker no, a él no. Harry pasó sus brazos por mi cintura y me pegó a su pecho, cuando lo hizo sentí como el corazón le latía frenéticamente. También estaba asustado por mi amigo.
    -Pero ese es en el peor de los casos, joven -el hombre intentaba calmarme desde su sitio -. Aún no se sabe mucho, de lo único que os puedo asegurar es que si que tiene varios huesos rotos en el brazo, por lo que hemos podido observar y que muestra signos de cortes en las manos, quizás hubieran atentado contra él con algo punzante y él se haya intentado defender con las manos, de ahí a esos cortes.
    -¿Y cuándo podremos verle? ¿O si quiera saber algo seguro de él? -Harry intenta mantener la voz serena, aunque parece que le cuesta. Mi hombre de piedra tiene sentimientos, al fin y al cabo.
    -No lo sé, pueden ser varias horas. Hasta que salga de observación no les podré decir nada seguro.
   Después de tres largas e interminables horas nos dieron permiso para entrar en observación y poder verle. Puedo jurar que si no hubiera sido por su pecho ensanchándose y relajándose a un ritmo constante pero tranquilo, parecería un cuerpo sin vida. Esas marcas moradas y rojas en sus pómulos y por al rededor de la boca, ese gran corte en su ceja y otro menos grave en su labio inferior hacen de su aspecto una visión dolorosa y espeluznante. Quien quiera que le haya causado este daño a mi amigo debe ser un loco, un demente, pues no cabe en mi cabeza que alguien sano de juicio pueda hacerle tanto daño a un ser humano, y lo peor y más horripilante puede ser que quizás Parker no haya hecho nada para merecerse esto, o quizás si. Mis ojos viraron hacia los de Harry, unas preciosas pupilas verdes que habían visto más mundo que yo y quizás él si sabe las razones de esto, quizás él si imaginase las razones de por qué Parker se encontraba así.
   Por lo menos ahora sabemos que no tiene nada grabe, solo unos cuantos huesos rotos y algunas magulladuras por su piel. Está a salvo durmiendo en una habitación del hospital para recuperarse y eso, por ahora, es lo que más importa.
    -Sami... -Oigo susurrar a Megan en mi oído, lo que me hace abrir los ojos pestañeando un par de veces mientras inhalando por la nariz.
    -¿Mmm? -Inquiero acomodándome en esta incómoda silla de cuero blanca. Miro a mi alrededor buscando a Harry entre nosotros y me tranquilizo cuando unas manos se posan en mis hombros. Menos mal. Suspiro. Pensé que se había marchado.
    -Vete a casa, yo me quedo esta noche con Parker. -Ella dice con total tranquilidad e incluso con una media sonrisa en sus labios. ¿Cómo puede sonreír?
    -No pienso marcharme, quiero estar aquí con él.
    -Estás muy cansada, no hay más que verte la cara. Anda, ve a casa, ya vendrás mejor mañana por la mañana con todas las pilas cargadas.
    -Pero... -Harry aprieta mis hombros entre sus manos y yo me hundo en el sillón. Como vuelva a hacer eso gimo de placer. Necesito un masaje, estoy muy tensa.
    -Pero nada Samantha, te llevaré a casa. Tú cansancio no ayudaría a Parker.
   Suspiro y asiento. No puedo negarle nada a esa voz, será mejor que me marche a casa para reponerme pues mañana espero estar aquí muy temprano. Me incorporo del asiento y estiro un poco mi espalda. Voy a poner una queja contra los sillones incómodos de los hospitales, tengo el culo dormido. Cojo mi bolso y ando hacia Parker observando su rostro, me duele mucho verle así. Me agacho y dejo un beso en su frente.
    -Voy a encontrar respuesta para esto. -Susurro solo para nosotros dos.
   Doy media vuelta para sonreirle a Megan en forma de despedida y me reúno con Harry en la puerta abierta de la habitación.
    -Llamanos si necesitas lo que sea, pero a ellos no, ya lo sabes.-Harry le recuerda.
   ¿A ellos no? ¿A quién no? Él coge mi mano y nos lleva a zancadas hacia los ascensores. Tenemos la gran suerte de que uno se está abriendo ahora y todos los ocupantes han salido. Él nos mete dentro y pulsa los botones para que las puertas se cierren.
    -Voy a salir por la puerta que da al parking, tú sal por la principal y vete hacia las calles de la parte de atrás, ¿de acuerdo?
   Asiento sin mirarle. Entiendo que es peligroso que nos vean juntos, pero ahora mismo me daría igual que eso ocurriera, es más, si ocurre mejor, así podría plantarle cara a esa pandilla de motoristas. Estoy segura de que ellos han tenido algo que ver. Las puertas se abren sacándome de mis pensamientos y Harry sale a grandes zancadas del ascensor. Ve por la puerta principal. Por la puerta principal. Mi subconsciente me indica moviendo sus manos como una loca hacia la parte de delante en cuanto ve como mi mirada sigue a Harry bajo el pensamiento de seguirlo. ¿Estarían ahí?
    -Perdone señorita, ¿a qué planta va? -Una señora mayor me observa expectante.
    -Oh, lo siento, a ninguna- sonrío hacia la amable señora y ella me devuelve la sonrisa -. Adiós.
   Salgo del ascensor y miro de puntillas por encima del barullo de gente, dirigiéndose hacia todos los pasillos del hospital, intentando encontrarle pero mi busca no da resultado y mi plan para seguirle no ha funcionado. Fantástico. En un suspiro de derrota hago lo que me pidió y encamino mi paso hacia la salida principal. Cuando salgo el sol de esta mañana había desaparecido por completo dejando en su lugar un cuadro de tonalidades azules intensos, deben ser las nueve de la noche pero no recuerdo cuando el tiempo ha pasado tan deprisa. Bajo los millones de escalones del hospital y veo un coche parecido al de Harry, un todoterreno negro, me parece el suyo aunque él dijo que esperase por la puerta de atrás. Qué raro. Me acerco un poco ya que igualmente tengo que pasar por ahí para atravesar hacia la parte del parking y paso de largo cuando me percato de que una mujer joven, de poco más de veinte años por lo que he podido vislumbrar, es quién lleva el volante junto a un hombre más mayor de pelo oscuro, no me suenan sus caras por lo cual me hace cuestionar el por qué me han mirado tan de frente. Decididamente no les conozco. Sigo caminando hacia las calles traseras en silencio y agarrando la correa de mi bolso con las dos manos, estos estrechos y oscuros callejones no dan precisamente seguridad cuando apenas las farolas los alumbran. Me exalto cuando oigo el ruido de un motor a lo lejos y doy media vuelta rezando para que sea Harry, no quiero ni imaginar el tipo de gente que puede albergar en estos alrededores. El coche se para justo a mi lado, sin embargo no puedo ver mucho, la luz intensa de sus faros me han cegado. Pestañeo un par de veces y observo una figura inclinarse desde su asiento hacia el otro para abrir la puerta y me echo un poco hacia atrás para que no me de.
    -Samantha, joder, sube rápido.- Mis ojos se aclaran y veo el entrecejo fruncido de Harry dibujado en su rostro.
   No pregunto nada y esta vez dejo la situación en manos de Harry al completo. Subo al coche y en el momento que cierro la puerta, él, pisa a fondo el acelerador. Si antes pensaba que estaba loco cuando corría a esas velocidades por las avenidas, ahora afirmo que es un temerario al volante, quiere matarnos, seguro. Mi cuerpo hundido en el asiento se hace con el cinturón como puede y lo abrocho fijándome en si Harry lo lleva abrochado. No lo tiene. Se va a matar.
    -¿Qué coño pasa? -Pregunto cuando oigo el 'clic' del cinturón.
   No obtengo respuesta de Harry pero me doy cuenta de la situación en cuanto veo a ese todoterreno haciéndose a la luz durante segundos cuando pasa por debajo de las infinitas farolas. Mierda, nos han visto. Mis ojos se abren de la sorpresa y empiezo a sentir miedo.
    -Baja la cabeza. -Habla mirando hacia el retrovisor.
   Acato su orden y me camuflo entre el asiento y la guantera para no ser vista. Harry gira el volante y mi cuerpo choca contra la dura puerta durante unos segundos antes de volver a estabilizarme.
    -Mierda, Harry.- Alzo mi mano para llevármela a la cabeza y frotarla. Au, que daño.
   ¿Pero cómo han descubierto que estaríamos aquí? Eso me hace pensar que Harry ya sospechaba algo de esto y por eso me dijo lo de salir por puertas diferentes, sin embargo parece ser que los de su banda son mas listos de lo que él cree. Siento como la velocidad empuja mi cuerpo hacia atrás, pero no me puedo levantar más pues seguramente me verían, aunque ya me han visto. ¿Esto quiere decir que he metido a Harry en problemas? ¿Esto quiere decir que le harán a él lo que le hicieron a Parker? Pero yo no recuerdo haber metido a Parker en problemas, ¿entonces? Joder, no entiendo nada.
    -Dime que les hemos perdido -pregunto ansiosamente cuando ya no tengo que emplear mucho esfuerzo en aguantar mi cuerpo entre el asiento, aunque sigue conduciendo a mucha velocidad. Mis nudillos se relajan y alzo un poco la cabeza.
    -Eso parece, pero hasta que lleguemos a mi casa no te levantes.
   ¿A su casa? Si claro.
    -¿Por qué coño me vas a llevar a tú casa? ¿Es que no entiendes que no quiero? -Me incorporo sin darme cuenta.
    -Joder Samantha, ¿acaso no has visto a esos dos? ¿Por qué crees que estaban ahí? -Tengo la gran suerte de no enfrentarme a su entrecejo pues está conduciendo.
    Trago saliva y miro hacia atrás buscando rastro alguno de todoterrenos negros desenfrenados, doy gracias a que no hay nada.
   Los arboles grandes y oscuros se mueven con rapidez a los dos lados de la carretera silenciosa y mi vista se pierde entre ellos. Bajo la ventanilla y apoyo mis codos en ella. El aire frío entra por mis pulmones y recorre todos los sitios de mi cuerpo helandome, aunque a la vez reactivando mi cansada mente. Me purifico. Saco la mano un poco hacia afuera haciendo pequeñas ondas al compás del viento, cual guía mis dedos en distintas direcciones. Siempre me ha gustado esta sensación, es lo más semejante a volar después de nadar. Me encanta sentir como las frías corrientes mueven mi cuerpo a su antojo, como el viento choca contra mis yemas e impulsan mis manos hacia atrás. Apoyo la barbilla en mi antebrazo y observo como la otra mano sigue haciendo olas sin cesar. Los cabellos revolotean por mi rostro y el viento me rodea. Suspiro y cierro los ojos. ¿Qué hubiera pasado si Harry no hubiese llegado a mi vida? Ahora mismo estaría sentada en una mesa redonda en el comedor de la casa de mis padres, disfrutando de una cena apaciguada, como estaba acostumbrada tiempo atrás. Mi vida no tenía nada de emocionante, es más, yo no hacía nada para que se diera la ocasión. Pero él ha llegado a mi vida, ¿quizás como un ángel? Está poniendo todo lo que conozco patas arriba y lo mejor es que me encanta, a la vez que me pone de los nervios que haga eso sin darme explicaciones y seguramente si yo no fuese tan curiosa no me habría adentrado tanto en él como estoy intentando hacer, porque sé que Harry merece la pena. Da igual cuan oscuros sean los secretos que él no me quiere revelar.
   Él aparca el coche en la entrada y cierro la ventanilla. Mis manos se dirigen al enganche del cinturón para quitarlo pero siento como su mano se cuela por mi cuello y eleva mi visión hacia sus ojos. Qué sonrisa.
    -Tienes la cara helada -pasa su pulgar por mi mandíbula y acerca su rostro al mío -. Y los labios secos.
   De repente se me han olvidado todas las preguntas que rondaban por mi mente. Maldita sombra de sonrisa.
    -Tú puedes curarlo -sonrío dulcemente.
   La sonrisa de Harry se hace a la luz y deja un beso casto en mis labios.
    -Vamos a dentro, debes estar muy cansada.
   Asiento y desabrocho el cinturón. Salgo del coche y me reúno con él en el capó. Oigo como el coche lanza la alarma para avisar de que está cerrado y finalmente guarda el mando en el bolsillo trasero de su pantalón. Coge mi mano y nos leva hacia su casa, no sin antes asegurarse de que nadie nos observa. No hay nadie, o por lo menos nadie que podamos ver. Cierra la puerta detrás de él y quita el bolso de mi hombro para ponerlo en la pequeña percha de la entrada. Doy media vuelta y espero a que me mire en cuanto termina de colgar su chaqueta.
    -Harry, ¿quién... -él me interrumpe como si no me hubiese oído.
    -Espérame en el salón -su mano se apropia de mi cintura y me pega a él -. Voy a hacer café, ¿quieres?
   Niego con la cabeza. ¿Café? No soporto su sabor.
    -¿Chocolate caliente, entonces? -Vuelve a preguntar.
   Asiento y le sigo a la cocina. Entro primera y enciendo la luz. Sé que tengo que preguntarle millones de cosas, pero si le saturo al final terminaremos como siempre y esta vez no puedo permitirme ese lujo. He prometido a mi amigo que encontraría respuestas y sé que él puede dármelas.
   -¿Dónde tienes el azúcar? -pregunto abriendo todos los estantes.
   -¿Vas a hacerlo tú? ¿En serio?
   Y tan en serio, ¿piensa que no se cocinar? Asiento y abro el cajón donde guarda el azúcar. Bingo. Él ríe incrédulo ante mi ''já'' y se incorpora. No puedo asimilar lo tranquilo y feliz que parece, acabamos de ser perseguidos y él está tan normal, ¿cómo lo hace?
    -Vale, pero antes de hacerlo ven al cuarto, quiero cambiarte de ropa.
   ¿Qué? ¿Quiere cambiarme de ropa? ¿A mi? Hace mucho tiempo que alguien me vistió por última vez y si no recuerdo mal fue cuando yo tenía unos once años y le reproché a mi madre el hecho de que siguiera comprándome vestidos de abuela para las bodas.
   Asiento y acepto su mano suspendida entre los dos.
    -Si esta noche te vas a quedar necesitas ropa cómoda, ¿o prefieres top less? Sabes que a mi no me importa. -Dice ya en su habitación y abriendo el armario.
   Oh dios. Será idiota. Ahora que lo pienso, aún no he recuperado mi sujetador desde aquella noche. Me muero de vergüenza, no quiero ni imaginar la reacción de Harry al encontrarlo. Una sudadera ancha gris aterriza sobre la cama.
    -¿O prefieres camiseta? -dice cuando me ve observando la sudadera.
    -Oh, no, no, esto esta bien. Gracias.
   Harry se encoje de hombros y cierra la puerta de su armario para llegar hacia donde estoy en la cama.
    -Levanta -. Me ordena.
   Yo obedezco sin pensar. Coge el dobladillo de mi camiseta y la sube por mis brazos hasta sacármela por la cabeza.
    -Harry, puedo vestirme sola -le recuerdo, pero en verdad no quiero hacerlo, quiero que lo haga él.
    -Te he dicho que voy a cambiarte de ropa -. Se agacha y desabrocha el nudo de mis zapatillas para quitármelas una a una.
   Suspiro y dejo que él lo haga. ¡Bien!
   Se pone de rodillas y sube sus manos hacia el botón de mi pantalón, en cuanto noto sus dedos por mi pelvis me estremezco y Harry sonríe. Será tonto. Miro hacia otro lado para evitar reírme  pero vuelvo al lugar de origen en cuanto siento como desabrocha el botón y baja la cremallera. Mi respiración empieza a ser irregular aunque intento que pase desapercibido para el adonis que tengo arrodillado ante mi. Baja lentamente el pantalón por mis muslos y yo muerdo mis labios para evitar que sus dedos rasgando mi piel saquen de mi lo que él busca, mis jadeos. Acerca sus labios a mi muslo y le da un pequeño bocado seguido de un beso a la vez que los baja completamente. Ay.
    -Suéltalo -Harry impone.
   Dejo escapar mi respiración en un jadeo y el sonríe victorioso. Madre mía. Levanto mis pie izquierdo y luego el derecho apoyando las manos en sus fuertes hombros. Se que si sigue así probablemente no consiga sacarle nada de información, por eso e de mantenerme cuerda. ¿Por qué suena como si fuese tan fácil?
   Me tiene en ropa interior y no hace nada durante unos segundos para taparme, es más, mira mi cuerpo de arriba a bajo cuando se levanta, sin ningún pudor.
     -¿Qué piensas? -Hablo bajito, aunque no susurro.
     -Nada.
    Agarra la sudadera y con cuidado la pasa por mi cabeza y por mis hombros. ¿Qué no pensaba nada? Y yo me chupo el dedo.
     -¿Vas a decirme quién eran esos?
    Él recoge mis pantalones del suelo y los deja junto a la camiseta. Suspira y coge mi mano para llevarme a la cocina.
     -Eran Riga y John, unos tipos que van con gente que no deben. -Se sienta en la isleta de la cocina mientras yo saco una olla pequeña y la pongo en la vitrocerámica que parece totalmente nueva, ¿a caso no cocina?
    -¿Con tus amigos? -Suelto sin pensar. Espero que mi ironía no le cabree.
    -Parecidos.
   ¿Parecidos? ¿Es que acaso hay más?
   Pongo la leche en la pequeña olla y espero a que se caliente. Me siento encima de la encimera y veo como me observa son una pequeña sonrisa.
    -¿Disfrutando de las vistas? -No hay que saturarlo. Tengo toda una noche por delante para sacarle información.
   Él sonríe mientras su mirada baja hacia mis piernas desnudas.
    -Me gusta como te queda la sudadera, pero sin ella estabas mejor.
   Empieza a morderse el labio inferior mientras observa mi cuerpo con esos ojos veces. Va a distrerme otra vez y no puedo dejar que me líe, necesito respuestas. Bajo mi cuerpo de la encimera y echo el chocolate en polvo sobre la leche burbujeante.
    -¿Son ellos quienes pegaron a Parker?
    -No. -Responde al segundo.
    -¿Entonces quién?
    -Sus amigos -dice irónico.
   ¿Amigos? ¿Qué amigos le harían algo así? Doy media vuelta y le miro con el ceño fruncido.
   -¿Amigos? Harry, unos amigos no te dejarían inconsciente.



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sábado, 17 de mayo de 2014

Forbidden - Capítulo 38

    -¿Entonces me acompañarás a buscar mi coche o tendré que ir sola? -Cuestiono a Megan por la otra línea.
   Es muy fácil saber cuando Harry no está cerca, ese ambiente intenso que se esconde detrás de mi espalda desaparece por completo dejando una intensa presión en mi pecho, son las ganas que tengo de volver a estar con él, dándome igual que hayamos pasado toda una noche juntos y que se haya marchado hace menos de una hora, ya que si por mi fuera, estaría pegada a sus hermosos labios el resto de mi vida. A la vez no dejo de pensar el miedo que me provoca sentirme así.
   -Tía, es temprano -no hace falta que la vea para saber que aún sigue metida en la cama, a pesar de ser las una del mediodía, le encanta ser un vaga al contrario que a mi, no soportaría estar en la cama tanto tiempo una vez me haya despertado, me agobio.- Vamos por la tarde.
    -Parker lleva más de tres semanas con mi coche en su garaje, ya es hora de que me lo devuelva y no quiero ir sola, ven, por favor, por favor, por favor. Y si quieres podríamos ir a comer al Ribs.
   Oigo un suspiro de derrota.
    -Esta bien, recógeme dentro de -interrumpo a Megan.
    -Dentro de un cuarto de hora estoy en tu casa, así que mueve el culo fuera de tu cama y arréglate. Por cierto, llama a Parker, a mi no me lo coge.
   Su risa me hace comprobar que ya está lo suficientemente desperezada.
    -Zorra sin sentimientos -dice entre risas y cuelga.
   El garaje de Parker está mas cerca de mi estudio que de la casa de Megan, pero si le digo que venga en un cuarto de hora seguramente ese cuarto de hora terminaría siento una hora y la verdad es que prefiero no arriesgarme.
   Sobre la una y media llego a la valla de su casa y la encuentro cerrando de un portazo la puerta principal. Problemas. Baja los tres primeros escalones con rapidez y se guarda al móvil en el bolsillo delantero de su short. Me aparto hacia un lado para que ella pueda salir abriendo la valla hacia adentro y luego cerrandola de un portazo. El problema debe de ser grande. Coge mi brazo y me tira camino a bajo por el lugar donde he venido.
    -¿Qué pasa? -Pregunto sofocada, casi está corriendo. La verdad es que no hay que ser muy lista para saber que seguramente ha vuelto a tener una pelea con su padre. Maldito sea.
    -No sé lo que pasa.
   ¿Qué?
    -He llamado a Parker para decirle que íbamos a ir.
   Ah, ¿no es sobre su padre? Esto es nuevo.
   -¿Y qué? ¿A caso no se lo ha cogido a su amor platónico? Estará haciéndose el duro, ha recibido dos llamadas de dos chicas, eso sube mucho la moral, además, ya sabes como es Parker -Le interrumpo mofándome.
    -¿Y por qué no te lo ha cogido a ti primero?
    -Yo que sé, estaría entre motores. Megan, cálmate, no pasa nada.
   Megan se para en seco y yo casi me doy contra su hombro.
    -Sam, el problema es que no me ha contestado a las cuatro llamadas -¿No contesta a cuatro llamadas de Megan? Eso si es raro. Ella saca su móvil del bolsillo y revisa el registro de llamadas para enseñármelo. Es verdad.
    -No le pasará nada, estaría con la música a todo volumen, como siempre.
   Miro a Megan y observo como se muerde el labio para intentar callar una frase. Sus ojos derrochan miedo, el mismo miedo que vi reflejado en ellos cuando fuimos a la nave y aquellos tipos montados en sus Harleys empezaron a perseguirnos. ¡Ya está! Parker estaba metido dentro de esa mierda y estoy segura de que Megan sabe algo más que no quiere contar, de ahí a que se haya callado tan de repente y que esté tan asustada.
    -¿Hay más?
    -Luego te cuento. -Retoma la carrera cogiéndome del brazo y casi arrastrándome por las calles. Le gano el paso y vamos con decisión hacia el lago, hacia la parte de los garajes.
   La verdad es que no me gustaba para nada este lugar, sin duda era la parte más inhóspita del lago porque entre tanta chatarra parecía un cementerio de coches y motos, nada atractivo para los visitantes del lago.
   Puedo ver mi descapotable aparcado en la puerta del lugar de trabajo de mi amigo. Aún sigo preguntándome cómo es posible que me hubiera reglado tal coche y cómo yo acepté. No quiero ni pensar que el coche fuera robado por los supuestos amigos de Parker, pero no lo creo porque revisé los papeles y todo estaba en orden, aún así nadie regala un coche así porque así a nadie y aún tengo mis dudas de si realmente la historia que me contó a cerca de que había reparado el coche de su tío era verdad o no, parecía demasiado nuevo.
    -Sam, vamos. -me avisó dándose la vuelta y esperándome en el sitio a unos diez o quince pasos delante de mi. Tengo que aprender a controlar mis ensoñaciones. Me apresuro a su lado y retomamos el camino acercándonos cada vez más.
   Esto estaría abandonado de no ser por la música de los años setenta que se escucha a través de una antigua radio o por los distintos sonidos atribuidos a diversos aparatos mecánicos que suenan desde los garajes, pero curiosamente, del de Parker, no se aprecia nada.
    -Megan, ve a mirar a la oficina, yo voy al garaje.
   Ella asiente y nos dividimos. Casi he llegado llegado al coche y no sé qué haré cuando llegue, es decir, ¿y si no le encuentro? No sé si debería alertarme o es que Megan me ha metido muchos pájaros en la cabeza. Él tiene veintidós años, él es mayor para saber por dónde se mete, aunque forme parte de una banda de motoristas de la cual nadie quiere pronunciar palabra alguna. Eché un vistazo a mi coche, parecía en perfecto estado y sin ningún rasguño, -aunque lo que fallaba tan solo era el motor-, Parker se ha portado bien con él. Vi por el rabillo del ojo que la puerta estaba abierta y supongo que eso fue lo que me alertó de que alguien podría estar dentro, no creo que Parker dejase la puerta de tal manera si no estuviera por aquí. Él está bien seguro, Megan es una paranoica. Cuando quise abrir la puerta algo detrás de ella me impidió hacerlo, acerco mi cara a la pequeña apertura de la puerta pero esto está demasiado oscuro como para que mi vista alcance a ver algo así que decido meter la mano por la puerta, palpando la pared para encontrar el interruptor de la luz, lo encuentro, le doy hacia arriba y la luz parpadea un par de veces con un sonido chispeante antes de inundar el garaje. Y ahí lo veo, abatido en el suelo bocabajo con cortes en sus manos sangrientas. ¡Dios!
    -¡Megan! -Chillo lo más alto que puedo y en tres segundos la tengo a mi lado.
   Intento entrar pero no puedo, Parker está tendido justo al lado de la puerta y su cuerpo pesa mucho. Las lágrimas salen de mis ojos incesablemente y mis manos tiemblan sin piedad, tan solo quiero abrazar a mi amigo para asegurarme de que aún sigue con vida. Mientras tanto Megan llama a la policía o a la ambulancia, no sé muy bien lo que hace ya que mis gritos alentadores hacia Parker para que me respondiese capturaban toda mi atención. Mi pecho reunía una presión jamás antes experimentada, esto es demasiado. Al fin puedo echar su cuerpo un poco hacia el lado, lo que me permite entrar por una apertura más grande. La puerta se cierra de un portazo cuando vuelve a recibir el peso de mi amigo, pero yo lo aparto dándole la vuelta y subiéndolo a mi regazo para abrazarle. No sé de dónde he sacado tanta fuerza.
   -¿¡Parker!? -Odio llorar, pero ahora es lo único que quiero hacer. Toco su cara polvorienta con mis manos temblorosas y la acaricio. Mi cuerpo se mece hacia delante y hacia atrás, queriendo acunarlo para hacerle sentir seguro. Paso mis dedos por sus labios y siento una leve respiración, cierro los ojos en un gesto de desesperación y alivio: esta vivo.
   Megan abre la puerta para mirar desde ella como yo sigo acunandole y retirando mis lágrimas ráidamente de mi cara entre sollozos, ella está igual que yo, jamás la he visto llorar de esta manera. Se niega a acercarse hacia dónde él y yo nos encontrábamos. Ella estaba en lo cierto.
    -Dime que esta vivo -habla entre gimoteos.
   Asiento con la cabeza apretando el cuerpo de Parker al mío, no me salen las palabras. Ella suspira de la misma manera que yo lo hice segundos antes y se deja caer deslizándose sobre la puerta y escondiendo su cara entre las rodillas. Esa música tranquila de los setenta era lo único que nos acompañó en los siguientes minutos, antes de que las sirenas de la ambulancia y de los coches de policía interrumpieran en el garaje.




   El silencioso barullo que provenía de la sala de espera era insoportable, al igual que todo lo que me rodeaba, el reloj de aguja no había cambiado la posición desde el primer momento en que llegamos Megan y yo, la televisión de la sala tenía el volumen al máximo y si no hubiera sido por el público de abuelos que había sentados en la fija de enfrente ya lo habría quitado. Mi pie derecho subía y bajaba en un vaivén nervioso del que solo me percataba cuando Megan ponía su mano en mi rodilla para hacerme parar.
    -Sé que estas nerviosa Sam, yo también lo estoy, pero hasta que no venga el médico no podemos hacer nada, así que te vendría bien relajarte.
    -¿Cómo piensas que puedo relajarme?
    -Sam -Megan me advierte con tono severo.- Anda, ve a dar un paseo hacia la máquina de refrescos y compra algo, eso te despejará.
    -No -arrugo el ceño.- ¿Y si viene el doctor?
   Ella niega con la cabeza haciendo que su coleta rubia se contonee.
    -Va a tardar, créeme.
   Suspiro y asiento. Me levanto y cojo el bolso que antes deposité en el suelo para echarme la correa sobre el hombro.
    -Llámame si dicen lo que sea sobre Parker, aunque sea una tontería.
    -No te preocupes, lo haré -dice dedicándome una sonrisa tranquila. Ella maneja muy bien estas situaciones, tiene un control increíble sobre sus sentimientos aunque antes ha demostrado que hasta las personas mas fuertes acaban rompiéndose.
   Encamino mi paseo hacia la máquina de refrescos, tampoco es que esté muy lejos de la sala pero mi amiga tiene razón, necesito andar y despejarme, esto es insoportable. Doy con la máquina después de andar un par de minutos, tiene sentido que la hayan puesto en la zona de los ascensores y no en cualquier punto de los pasillos como yo creía, soy una negada para la orientación y sobre todo en los hospitales. Ojeo los refrescos en busca de uno para tomar, sin embargo, mi apetito tiene colgado un cartel de ''vuelva más tarde'' y elija lo que elija sé que quién se lo acabará tomando será Megan.
    -¿Samantha? -Mi corazón da un brinco de alegría cuando escucha esa familiar voz. Doy media vuelta al segundo, le veo y me quedo paralizada, gracias a Dios. Camino hacia Harry con las lágrimas brotando de nuevo en mis ojos, no me gusta llorar pero acabo de descubrir que hay algo que me gusta aún menos: que él me vea llorar. Cuando llego a Harry nos guía hacia un sitio más apartado y coge mi cara para que le mire a los ojos.- ¿Cómo está Parker? -Retira con sus dedos pulgares el río de lágrimas que nacen de mis ojos.
   Sorbo por la nariz a la vez que niego con la cabeza.
    -No lo sé, hace más de una hora que entró en observación pero los médicos no nos han dicho nada, solo sé que respiraba cuando lo encontramos.
   Harry suspira posando su frente en la mía, yo acerco mi cuerpo al suyo y él baja sus labios para encontrar los míos. Bendito sedante. Su dulce beso moldea mis labios a su antojo a la vez que nuestras lenguas se acarician en modo de consuelo para ambos, sabe lo que necesito y cómo lo necesito. Es sorprendente lo mucho que Harry me puede afectar. Un sonido seco suena entre nuestros labios al separarlos.
    -Él es un hombre fuerte, lo sé, se recuperará.
   Asiento y le miro con decisión a los ojos.
    -Han sido los de tu supuesta banda, ¿o me equivoco? -Juro que como no me responda van a tener que ponerle una camilla al lado de la de Parker.
    -Si. -Asiente después de haber dudado unos cuantos segundos, alzando la vista por encima de mi.
    -¿Por qué? ¿Qué hizo Parker para que le dejaran inconsciente? -Es mi primera pregunta angustiada.
    -Cualquier cosa -sigue sin mirarme, está intranquilo, lo sé.- O simplemente nada.
    -¿Cómo que nada? ¿Quieres decir que la paliza que le han dado ha sido por gusto? -Me está dejando atónita. Y ahora caigo en cuenta de lo que dijo aquél hombre cuando nos asaltó a Harry y a mi en el lago, que venía a comprobar si aún Harry seguía vivo. ¿Eso quiere decir que él también está en peligro si sigue en la banda de motoristas? ¿Y por qué está en ella?
    -Puede ser.
    -Harry, ¿en qué estáis metidos tú y Parker? ¿Es que acaso... -mi voz se alza sin remedio hasta que Harry tapa mi boca.
    -No vuelvas a chillar, Samantha. Y deja el tema. Vamos. - Pasa un brazo por detrás de mis hombros y me lleva hacia la sala de espera, cortando de raíz mis preguntas. Suspiro y pienso que oponerme a esto sería una tontería, él terminaría irritado y posiblemente se marcharía, yo no quiero eso, así que callo y hago lo que él dice. No me gusta su lado controlador.
   Ahora que lo pienso, ¿cómo se ha enterado de esto? Megan. Megan tiene su número y ella es la que me ha advertido de la posible y acertada situación de Parker, maldita sea. Hasta mi mejor amiga me oculta secretos. ¿Pero qué pasa aquí?
   Llegamos a la sala de espera y nos sentamos junto a Megan, ella nos mira con el ceño fruncido cuando ve a Harry con su brazo acomodado sobre mi, pero me da igual, la verdad, ahora mismo me preocupa más la información que ella oculta antes de lo que ella piense acerca de Harry y de lo peligroso que pueda llegar a ser.
   Me acerco al oído de mi amiga y susurro:
    -¿No se suponía que después me ibas a contar? Mas te vale hacerlo.
   Megan vuelve su rostro hacia el mio tragando saliva y conecta nuestros ojos.
    -Hazlo. -Amenazo.


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domingo, 4 de mayo de 2014

Forbidden - Capítulo 37

De sus labios entreabiertos y húmedos se escapa una pesada respiración que se funde con la mía cuando dejo caer suspiros jadeantes, me vuelve loca, hace que toda la lógica de mi mente desaparezca por completo y que mi cuerpo tome el total control de mis sentimientos. ¿Cómo es posible que una persona saque esto de mi? Sus lagos verdes no dejan de observar mi rostro como si fuese un libro y percibo como su mente va a mil por hora, quiero saber lo que piensa en estos momentos y por qué vuelve a tener ese ceño fruncido tan familiar en su rostro. Quiero saber más cosas, pero sé que está intentado evadirme de todo pensamiento con esta estrategia; volverme loca. Harry deja escapar un suspiro y se deja caer hacia un lado de la cama boca arriba. Me sorprendo cuando no ha terminado lo que pensaba que iba a hacer, esto es nuevo, ¿qué le pasa? Giro mi cuerpo hacia él y me apoyo con el antebrazo.

-Quiero besarte. - Admito con total sinceridad, ¿para qué mentir? No me serviría de nada -. Tan solo me da miedo el hecho de que a ti te gusta la velocidad y yo por mucho que intente alcanzarte no puedo, Harry, nunca podré comprenderte del todo si no me dices lo que te pasa.
-Te lo estoy diciendo, Samantha -gira la cabeza hacia la mía.
-Lo sé y me gustaría que siguieras.

No quiero agobiarle, sé que cuanta más presión haga menos va a soltar, aunque sin embargo mi ansia por descubrir cosas sobre él impide que mis frases salgan con el tono adecuado de cautela, quiero descubrir.

-¿Para qué? No es importante -se da la vuelta hacia mi y deja reposar su mano sobre mi cintura.

Siento el calor de su mano recorriendo toda la zona en la que está, calentándome poco a poco. Me muero de ganas de besarle, pero mi curiosidad acerca de él supera a cualquier otra cosa.

-¿Y si te pregunto yo?
-Adelante -vuelve a tumbarse como si le agotase y en cierto modo es así.

Miro su perfil unos segundos hasta que mi mente reacciona de nuevo y me incita a sentarme encima de él, otras veces ha funcionado esta estrategia y espero que siga funcionando. Con las rodilla apoyadas a cada lado de su cintura mi peso descansa en su pelvis, sé que si hago un paso en falso esta estrategia tendrá efectos secundarios cuales siento la necesidad de provocar, a pesar de eso voy a averiguar hasta donde podemos aguantar esta tensión. Creo que, por como me mira y por como sus dedos están acariciando mi piel al descubierto de la rodilla hasta el bajo de mi pantalón corto, voy a ser la primera en decaer. Dios mío.

-¿Cuantos años tienes? -trago saliva e intento que mi voz parezca imponente.

Me mira por unos segundos parando sus caricias y la vuelve a retomar cuando me responde:

-Veinticuatro

Madre mía, veinticuatro, nos llevamos cinco años.

-¿Sabes cuantos tengo yo? -se supone que yo no soy nueva en su vida, él sabe que pinto, él sabe cosas de mi que yo jamás he dicho delante suya, así que no me sorprendería que lo supiera.
-Lo se, diecinueve.

Claro que lo sabe.
Se me escapa un leve suspiro jadeante cuando acerca sus dedos a la parte mas cercana a mis ingles y tengo que esforzarme para que mi respiración no alcance velocidades peligrosas. Maldito sea, lo está haciendo a posta.

-¿Cuántas novias has tenido? -cierro la boca cuando me doy cuenta de la gran estupidez que acabo de cometer, voy a parecer una cotilla entrometida cuando no soy así.

Él echa la vista hacia el techo y su mente vuelve a funcionar, ¿en serio tiene que contar con cuantas ha estado? No me lo puedo creer. Estoy empezando a sentirme mal conmigo misma, seguramente es un rompecorazones y yo soy la próxima en su lista, aun así necesito arriesgarme, es más, ni aunque quisiera separarme de él lo podría hacer y estoy segura que lo que me impide marchar son sus secretos.

-¿Para qué quieres saber tú eso?

Me encojo de hombros y aparto la mirada. En verdad quiero saberlo para morirme de celos y maldecir a cada una de esas, pues no me serviría para otra cosa.

-¿Por qué sabes cosas sobre mi?

Suspira y niega con la cabeza algo avergonzado.

-Cuando me gusta alguien quiero estar al tanto de esa persona, en tanto en cuanto a todo.
-¿Eres una especie de acosador? -Alzo una ceja acompañada de una sonrisa que no quiero reprimir.
-No soy un acosador, Samantha, tan solo me aseguro de que me conviene esa persona, pero el que no te conviene soy yo.
-¿Cómo lo sabes?

Siento como sus dedos se introducen por debajo de mi pantalón e instintivamente mis manos abiertas en su abdomen se cierran en un puño. Joder.

-Porque te puedo meter en problemas, eso lo tengo presente todos los días. Soy egoísta.
-¿Problemas con esa banda de la nave, verdad?
-Si. ¿Has vuelto a ir? -sus dedos se constriñen al rededor de mis ingles y arrastra las uñas hacia abajo causándome un dolor demasiado placentero. Tengo que mentalizarme con todas mis fuerzas para que el río de lava hirviendo no salga de mi entrepierna.
-No, no -digo cogiendo aire.
-Y ni se te ocurra volver a hacer eso, entiendes -sus manos vuelven a ascender y en vez de introducir los dedos por debajo de el pantalón los pasea al rededor de mi pelvis para lentamente ir bajándolos. Ay, ay, ay, dios -¿verdad?
-Si. -Hablo con toda la serenidad que he podido reunir a pesar de su caricia por el monte de venus.
-Así me gusta -dice con doble sentido tratando de ocultar una sonrisa. Le gusta tenerme jadeante.

Es un capullo, no puede obligarme a decir cosas cuando está provocándome de esta manera.

-Solo dime una cosa más, Harry.

Levanta las cejas y para su tacto. Me da dos segundos para recomponerme y los aprovecho al máximo.

-Dime que todo esto no será en vano cuando te hayas cansado de mi, lo de ser tu musa, estos momentos.
-¿Por qué iba a ser en vano?
-No quiero que me hagas daño, pero si lo haces mi consuelo será pensar que por lo menos tú disfrutabas tanto como yo, que no me usabas.
-¿Pero por qué piensas eso?
-Habrás dormido con miles de chicas...

Harry hace una pausa para suspirar profundamente.

-Una novia, he tenido una novia en mi vida, deja de pensar que soy un rompecorazones, Samantha -se incorpora y ahora sus perfectos ojos me miran de frente-. No voy a dejar que nadie te toque después de que yo lo haga, te lo dije una vez y lo vuelvo a repetir; eres mía.

Mi boca se abre en necesidad de más aire. ¿Una sola novia? No me lo creo, es demasiado hermoso como para eso, aun así me aferraré a su aclaración y quizás sea eso lo que necesitaba para quitarme esta armadura finalmente. ¿Por qué iba a tenerle miedo a algo que me hace sentir tan bien? Busco sus labios con los míos y él accede a mi súplica para fundirnos en un lento pero fuerte beso. Mmm ahora que por fin le tengo así me ha parecido una perdida de tiempo cada minuto que hemos pasado separados, tengo que dejar de ser tan reacia, es cierto lo que dice Harry, sienta demasiado bien como para ser malo, esta sensación es la que he estado esperando desde la última vez que me tuvo entre sus brazos. Empiezo a sentir como su mano derecha se cuela entre el hueco de nuestros cuerpos y mi torso se tensa cuando empieza a trazar círculos al rededor de mi clítoris, unos mas pequeños y fuertes que otros más grandes y suaves. De inmediato soy puro deseo. Mis labios se abren irremediablemente para dejar escapar un jadeo, Harry hace un rápido recorrido por mi cara y vuelve a capturarme. La forma en la que me mira me vuelve loca ya de por si. Sus manos se clavan en mi trasero estrechándolo contra él y llego a sentir algo duro debajo de mi. Mi cuerpo empieza mecerse contra el suyo y su agarre se aprieta.

-Joder -masculla Harry.

Aparta las manos de mi trasero hasta encontrar el dobladillo de mi camisa y la saca por encima de la cabeza, dejando a un lado nuestro apasionado beso y tirándola hacia un lado. Gracias a Dios que no lleva camiseta y no tengo que perder el tiempo en quitársela. Mi subconsciente está escondido debajo de las mantas, no quiere ver como la lujuria me consume en un momento de flaqueza, pero seamos francos, todos los segundos que paso a su lado son momentos de flaqueza. Ni quiero ni puedo irme de su lado. Alzo mis manos hacia su oscuro y rizado pelo para colar los dedos y tirar levemente de él, sé cuanto le gusta y le enciende que lo haga. Me sorprende cuando aparta sin miramientos el tejido de mis pantalones y el de mis bragas a un lado y pasa sus dedos al rededor de mi. Maldita sea. Un gemido sale por mis labios y él ríe.

-¿Quieres más? -su voz ronca me invade.

Asiento con la cabeza pues no soy capaz de juntar las fuerzas suficientes como para hablar. Me coge por el trasero y nos da la vuelta para quedar uno encima del otro, yo tumbada sobre mi espalda y Harry encima de mi apoyando su peso en los antebrazos y entre mis piernas. Nuestro profundo beso es interrumpido cuando él baja hacia mi oreja y muerde sutilmente mi lóbulo.

-¿Qué quieres que haga, Samantha? -susurra en mi oído poniéndome los pelos de punta.

¿Que qué quiero que haga? De todo, pero si me pide que le diga con palabras lo que quiero vamos bien pues ahora si que me he quedado sin habla.

-¿Quieres que te haga venir?

Asiento sin pensar. Jamás había pensado que hablar de sexo mientras lo hago iba a resultar tan excitante, pero así es. Harry sonríe victorioso, sé que el tenerme así le encanta pero tampoco voy a protestar mucho puesto que a mi me encanta que me haga sentir así. Baja por mi cuello dejando un sendero de besos húmedos hasta mis pechos y muerde la piel que sobresale de mi sujetador, mis manos viajan hacia su pelo de nuevo y lo acaricio con cuidado, eso le hace ascender de nuevo y besarme a la vez que yo sigo pasando mis dedos por su deseable piel, cuando me doy cuenta, la tiene de punta y lentamente mi corazón se rompe, me alegra saber que no soy la única a la que le afectan estos encuentros. Sonrío en sus labios y él ríe ligeramente antes de volver a bajar hasta mis pechos y sacarme uno por encima de la copa del sujetador para envolverlo rápidamente con sus labios. Jadeo de placer, esto debe de ser el paraíso, he debido de morirme entre sus brazos y ahora estoy en el cielo. Mis pechos se tornan duros e incluso me llegarían a doler si no estuviera tan excitada. Para sus besos y mete sus manos por el elástico del pantalón para bajarlo junto a mis braguitas. Harry me admira de arriba a bajo en total desnudez, siento vergüenza, pero a la vez no me importa que sea él quien me mire tan detenidamente, jamás había sido expuesta así ante nadie.

-Eres hermosa -dice cuando vuelve a tumbarse encima de mi separando mis piernas con sus pies -. Con tan solo pensar que no soy el primero que te toca me... -le interrumpo.
-Shhh, eres el primero que realmente me ha tocado. -Y es verdad, no literalmente pues Luke y yo hicimos de las nuestras, pero en lo que se refiere a los sentimientos, a lo que es querer ser tocado y querido, en eso, Harry ha sido el primero.

Nuestros alientos se mezclan al estar tan juntos pero sin llegar a besarnos, nuestras miradas fundidas se dicen todo lo que no creo que yo pueda decir con palabras, aún no estoy preparada, o lo suficientemente convencida que lo siento o que no me voy a arrepentir si digo esas dos palabras. Su mano vuelve a mi y  retoma lo anteriormente dejado; vuelve a trazar círculos al rededor de mi clítoris.

-¿Estas lista para mi?

Jadeo y suelto el aire entre los pocos centímetros que hay entre nuestras bocas. Harry presiona un dedo contra mi entrada y lo introduce lentamente, por favor, no recordaba que esto sintiera tan dolorosamente bien, de hecho nunca lo he sentido así, lo saca y vuelve a meter lentamente, al ritmo de su respiración. Muevo mis caderas en contra de él para que la estocada sea más placentera y Dios mío, lo es.

-¿Dos, Samantha?
-Si -susurro.

Otro nuevo dedo invade mi entrada y con dificultad se hace paso hacia delante, mi espalda se arquea y chillo cuando los mueve deprisa hacia dentro y hacia fuera. Estoy perdiendo la cabeza, siento como me da vueltas y en mi viente un nudo de placer se está creando sin piedad. Gimo y clavo mis uñas en sus bíceps cuando Harry pasa su dedo pulgar por mi clítoris, no me deja lugar para descanso, él es intenso. Aprieto los ojos en un chillido y vuelvo a arquear mi espalda.

-Grita mi nombre cuando estés -me besa apasionadamente incrementando la velocidad del vaivén de sus dedos.

No puedo aguantarlo más.

-¡Harry! -El nudo de mi vientre se desata con fuerza mandando un látigo de placer por todos los rincones de mi ser. Suspiro profundamente dejando caer mi espalda al colchón y permito que me coma a besos, estoy exhausta, relajada e increíblemente feliz. Jamás pensé que llegaría a sentirme así, pero él me está demostrando que todo lo que yo creía ficticio se puede hacer realidad. Abro los ojos cuando deja de besarme y encuentro a un precioso ángel sin alas sonriente encima de mi que lentamente se va haciendo más visible hasta quedar claro, creo que mi corazón va a explotar, no aguantaré tanto sentimiento. No entiendo por qué, pero mis lágrimas de alegría están amenazando con salir.
-Hola -Harry susurra riendo y sus perfectos hoyuelos salen a la luz.

Sonrío cuando oigo esa melodía, adoro su risa.

-Hola -soy consciente del rubor en mis mejillas.
-¿Como estas? -Habla mientras se tumba sobre un lado apoyando la cabeza en su mano.

Me quejo al no sentir su calor sobre mi y me giro para acomodarme entre el colchón y él.

-Estoy muy bien, ¿y tú? -Me río.

Besa mi frente mientras alarga una mano y tapa mi cuerpo desnudo con las mantas de la cama.

-Mejor que nunca -se tumba boca arriba para que use su cuerpo de almohada, cosa que sin dudar lo hago, pasa una mano por detrás de mis hombros y la otra la flexiona para llevarla detrás de su cabeza y apoyarse en ella.

No soy consciente del momento en el que mis ojos se cierran entre los besos de él en mi frente y entre sus caricias en mi brazo, tan solo sé que me siento segura cuando estoy con él, segura y feliz, aunque a veces sus secretos se interpongan entre nosotros y lo tornen todo un mar de oscuridad.



El aleteo de los pájaros posándose en el ventanal abierto durante toda la noche despierta a Harry, yo hacía ya rato que me había despertado aunque seguía teniendo sueño, pero no iba a desperdiciar las increíbles vistas que tenía de este perfecto ser cuando esta dormido y así parece que no tiene nada oscuro en él, que todo es serenidad, aunque para nada es así, suspiro al pensar en lo mucho que me gustaría quitarle ese peso de encima. Harry estira su mano libre y se queja un poco antes de frotarse los ojos y girarse hacia mi con una sonrisa melancólica.

-Tengo que irme, me esperan.

¿Le esperan? ¿Serán ellos?

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